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Voto de Sergio Berbel:
5
Drama. Romance ¿Con qué sueñas cuando tienes 16 años y viven en un pequeño pueblo de la costa de Normandía en los años 80? ¿Con tener un mejor amigo? ¿Con hacer un pacto de amistad que dure para siempre? ¿Con correr mil aventuras en barco y en moto? O quizás sueñas con la muerte... Las vacaciones de verano acaban de comenzar y esta historia cuenta cómo Alexis empieza a crecer. (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon es uno de los directores franceses a los que más atención se le presta entre crítica y grandes festivales. Sin duda, ha firmado algunas obras maestras (entre las que destaca para mí “En la casa”) pero también sufre de cierta tendencia a dejarse ir lánguidamente por los caminos fáciles de la comercialidad y lo vanal que garantiza que a nadie moleste. Por desgracia, “Verano del 85” es un ejemplo de esto último a la hora de tirar de ciertos elementos autobiográficos por parte del cineasta galo.

Sobre el papel, la historia iniciática de un primer amor de verano entre dos chicos adolescentes que descubren su homosexualidad en un pequeño pueblo de la costa francesa promete mucho, pero la opción de Ozon es seguir todos los caminos trillados del subgénero y no afrontar ninguna novedad con alguna dosis de valentía, totalmente inexistente en este caso, donde todo es previsible y además viene anunciado por la voz en off que todo lo narra.

Demasiado complaciente, demasiado plácida, demasiado edulcorada, demasiado buenista, demasiado superficial, el drama nunca encoge el alma y su parte desenfadada tampoco cala en el espectador. Es facilona y epidérmica y no profundiza en ninguna encrucijada personal entre todas las que apunta a lo largo de su ajustado metraje para sus dos desorientados protagonistas.

Sin duda, una buena ambientación ochentera es el punto fuerte de esta cinta destinada a pasar el rato sin marcar la vida de nadie. Sus dos protagonistas masculinos están correctos sin más y trasciende a nivel interpretativo tan sólo la efímera aparición de la infalible Valeria Bruni Tedeschi, pareciere que especializada en personajes al límite de su salud mental que aquí encarna a la madre viuda con ciertas tendencias pederastas de uno de los dos protagonistas y que logra hacer mínimamente creíble un personaje caricaturizado y estereotipado.

Dividida en dos momentos temporales diferentes que se van complementando en el íter narrativo, la línea del presente juega al thriller con el espectador (resulta inevitable en estos tiempos y en Ozon) mientras que se sumerge en el drama romántico la parte del pasado (la mejor sin lugar a dudas). En ese juego temporal es en el que la película gana enteros a pesar de ser demasiado rutinaria. También resulta interesante ir descubriendo la obsesión de su protagonista por la muerte, pero más allá de todo ello, el film no da más de sí.

Eso sí, fiel a sí mismo, François Ozon nos lega otra película donde el poder de la escritura sostiene todo el peso narrativo de esta historia iniciática sobre el amor y la muerte.
Sergio Berbel
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