¡Qué blanco y negro más bonito! ¿Y las ruinas de Berlín? Portentosas, no me digan. Y cómo está rodada, si parece de los años cuarenta. Y qué guapetón sale Clooney, si está hecho un Cary Grant. Y la Blanchet, monísima; y cómo se nota lo que ha sufrido en el rodaje, digo en Berlín. Pero si hasta Peter Parker parece simpático. Y encima, cine de denuncia política; ahora resulta que si no fuera por el bueno de Soderbergh, no nos habríamos enterado de que las conferencias de paz (Casablanca, Teherán, Yalta, Postdam) fueron una corruptela en la que los vencedores se repartieron las ruinas del Reich. Gracias, Steven por iluminar nuestro oceánico desconocimiento histórico, eso es compromiso. Y, encima, hay intriga (?), y asesinatos, y sexo (con ropa), aunque no cintas de vídeo. Pero, por encima de todo, está el amor y, desde luego, siempre nos quedará Berlín. Por cierto, ¿alguien sabe quién demonios era el buen hombre que da título a la película?
Una sugerencia, Soderbergh: coge un vuelo desde Berlín y vuélvete a Las Vegas, que te inspira mucho más. Aunque allí esté Andy García (¡uf!).