Es muy cierto que con la edad y el ritmo de vida actual la memoria se resiente y una de las cosas donde más lo noto es en recordar películas. Gracias a FA tengo un registro de lo que pensaba de cada película en su momento pero muchas veces, salvo en las que me marcaron especialmente o para las que hice crítica, lo único que me queda de ellas, con suerte son vagos recuerdos. El caso de las películas de miedo es especialmente sangrante porque con ellas no es tanto que no las recuerde más o menos, sino que las mezclo en una película genérica que tengo en la cabeza donde un espíritu que vive en un armario de un sótano posee a una muñeca que a su vez posee a una niña que mata a alguien hasta que interviene una medium y hace un círculo con sal para atrapar a un monstruo.

Por eso, que me acuerde bastante de “Oculus: el espejo del mal” dice mucho y bien de ella. A lo mejor no tanto por el elemento maléfico, el susodicho espejo, sino porque no está planteada como una película de sustos (que los tiene) sino como un thriller, como un combate de voluntades entre el villano y la pareja de hermanos a los que amargó la infancia. Los poderes sobrenaturales están bastante bien definidos, con límites creíbles que hacen que la pelea sea justa y comprensible. No cae en la plantilla estándar de un malvado con habilidades casi omnipotentes que hace lo que quiere cuando quiere y, físicamente, es invulnerable salvo por un punto débil que el bueno encuentra tras un cúmulo de coincidencias y acaba con él in extremis en el habitual final feliz. No. El espejo usa sus armas, los hermanos las suyas y entre ellos se desarrolla el intercambio de golpes y contraataques hasta un final sorprendente.

“Oculus: el espejo del mal” está bien hecha, con una apropiada atmósfera espesa que le va bien. Juega con los esperados sustos y sobresaltos, pero sabe que su punto fuerte es contar una historia pocas veces vista en la que los humanos pueden jugar sus cartas contra el villano interdimensional. También cuenta con la presencia de una magnética Karen Gillian en uno de sus primeros papeles antes de dar el salto a producciones de más enjundia. Engancha, sorprende y ofrece un terror distinto, agradable, del que no necesitas ver de día y en compañía de alguien.