Película sosa y comedia con puntuales gags de cierto éxito, “Malditos vecinos” parecía exprimida, amortizada y lista para terminar plácidamente sus días como relleno en la filmoteca de alguna plataforma de streaming, de esas películas que no están precisamente en las categorías de ‘Tendencias’, ‘Recientes’ o ‘Recomendaciones' sino que salen como resultados coincidentes al buscar películas que empiezan por M-a-l-d… cuando buscas "Malditos bastardos" o "La Maldición". Pero alguien en alguna parte hizo números en una excel, le salió un bussiness case positivo y decidieron intentar rebañar el caldero. El resultado, no por mediocre deja de ser el esperable, el mismo perro con un collar distinto y menos gracioso.

Lo más destacable (también, probablemente, lo único) de “Malditos vecinos 2” es la capacidad del gremio de guionistas de Hollywood para encontrar resquicios argumentales sobre los que estirar el chicle y construir segundas partes. El resquicio en este caso no es, en absoluto, novedoso: los antiguos adversarios han de unir fuerzas para hacer frente a un enemigo común, que en este caso toma la forma de guerra de sexos, chicos contra chicas, abriendo la puerta a todos los tópicos al respecto. Eso sí, la necesidad de presentar a nuevos personajes e involucrarlos en la historia reduce el tiempo de metraje dedicado a gags y hace que la película sea todavía más insulsa y de digestión más pesada. Más aún, el escaso carisma de Rogen, las limitaciones de Efron y la apatía de Byrne se hacen, incluso, más profundas y visibles en esta secuela en la que la gran baza de la primera parte, los secundarios, están absolutamente diluidos y pasan desapercibidos, haciendo de “Malditos vecinos 2” la típica comedia irregular, con poca gracia y, en general, olvidable. Al menos, bajo mi criterio. En América recibión buenas críticas y valoraciones, aunque muchas en el sentido de que está a la altura de su precesora, así que vosotros mismos.