Empieza pareciendo un episodio largo de "Camera Café" y termina siendo... buff, no sé... no sé lo que termina siendo, la verdad. De hecho, no creo que ni el mismo director tenga claro lo que quería rodar.

No creo que nadie que haya visto el trailer pueda negar que daba la sensación de que "Casual Day" iba a ser la típica comedia sobre chascarrillos de oficina y, de hecho, dicho trailer está formado por cuatro sketches protagonizados por actores claramente orientados a comedia. Pues no. Después de que Arturo Valls y Secun de la Rosa hayan empezado con un par de frases graciosas haciendo de sí mismo (o de los personajes que les han dado fama), la película se va volviendo más a más irónica hasta pasar de la típica sonrisilla de "sí, jaja, qué me vas a contar a mí" a una sensación de desconcierto de "hummm, bueno, tampoco hay que exagerar".

El exceso de ironía termina generando desconcierto hasta que de pronto, sin saber muy bien como (ni tampoco los actores ni el director, a los que se nota que no han terminado de digerir el cambio) la película pasa al drama y a las miserias personales para terminar con un absoluto desprósito en el que algunas tramas se dejan sin final y otras se cierran de manera incomprensible (al menos para mí).

Podría hablar de los bonitos paisajes, de una buena idea mal llevada a la práctica, de lo buen actor que es Juan Diego, del resto de interpretes (que son los mismos de siempre con la incorporación de la sobrinísima de Iñaki Gabilondo) que no consiguen dar un mínimo de credibilidad a la historia ni una réplica en condiciones a Juan Diego... pero no serían más que anécdotas. Una película no es película si no tiene un objetivo, si no sabe lo que quiere contar, si no sabe si es drama o comedia... y a "Casual Day" le pasa exactamente eso, que no sabe lo que es o que si lo sabe, no es capaz de proyectarlo.

En resumidas cuentas, una castaña. Nivel de castaña: Noventa minutos de mi vida que jamás recuperaré.