Dice el Zuckerberg de “La red social” que no haces un millón de amigos sin crearte algunos enemigos y tiene razón. Creo que es precisamente eso mismo lo que le pasa a M. Night Shyamalan desde que arrasara merecidamente con “El sexto sentido” y entrara en el ojo del huracán granjeándose una cuadrilla de gente rabiosa por despellejarle, ningunearle sus éxitos y reírse de sus fracasos… y el hecho de que no haya terminado de volver a reproducir algo parecido a ese éxito inicial, no ha hecho sino fortalecer la sensación de que puede que esa gente tuviese razón. Personalmente no formo parte del club anti- Shyamalan, sus películas me parecen interesantes pero sin dogmatismos: si tengo que decir que algo es una castaña, lo digo (como con “El incidente”), y si me parece excéntrica tirando a buena (como “La joven del agua”), también lo digo.

Con este panorama, “Airbender” estaba condenado desde el primer momento toda vez que dos puntos débiles de Shyamalan con director (manejo del tempo y la dirección de actores) lastran la película de una manera perceptible hasta por los niños de cuatro años a los que va dirigida. Estoy seguro que los protagonistas responden a las descripciones físicas exigidas por el libro, pero no tienen ni puñetera idea de actuar, lo que con un director que nunca marca la pauta de las interpretaciones potencia la sensación de que la película es para menores de diez años sin aspiraciones de más. Inciso: mi sensación es que Shyamalan espera de los actores que lean el guión, sepan lo que se espera de ellos y lo lleven a la pantalla esos solitos: Bruce Willis hizo lo que quiso y salió bien; Samuel L. también y dejó huella; Mark Wahlberg hizo lo que sabía hacer y contribuyó a cargarse un poco más su película; Adrien Brody hizo de sí mismo y … en fín, la lista es interminable. Fin del inciso.

Y en cuanto a ritmo, M. Night sólo sabe mover una película que discurra en tiempo real en una localización no demasiado extensa. Mientras la historia vaya encapsulada en una ventana temporal de horas o días, la cosa va bien. Pero en cuanto la acción se va a meses (como “El incidente”) o años y haya que salir de una casa o de una ciudad… Buff, adios. El continente de las naciones del fuego, el aire, la tierra y el agua sobrepasa extensamente la capacidad de Shyamalan para manejarlo hasta el punto de transformar la ciencia ficción en un cuento de niños. En dos minutos de película los protagonistas pueden pasar de una aldea a un glaciar, de nuevo a la aldea, a estar en mitad del océano, luego en la otra punta del continente, de nuevo en la aldea, y todo eso cuando en tiempo real ha pasado un cuarto de hora (creo que es la primera vez que alquien consigue que una película vaya mas lenta que la realidad). Luego pasan años en la peli y nadie cambia, nadie nos avisa, se monta una rebelión recorriendo el continente en segundos…. En fin, las típicas cosas que solo se puede creer un niño.

Me quedo sin sitio, sigo en el spoiler...