Revisiones de “El día de la marmota” las hay a patadas, con cientos de películas basadas en bucles temporales. Películas de guerra también. Y de ciencia ficción. Y de invasiones marcianas. Y de monstruos. Pero que junten todo y tengan a Tom Cruise de protagonista, sólo ésta, “Al filo del mañana”, un infravaloradísimo largometraje considerado una obra menor dentro de su filmografía, escasamente promocionado, pero que esconde una entretenidísima película de acción con generosos efectos especiales de última generación y un guion sólido y tremendamente inteligente que es capaz de integrar humor sutil dentro de una trama seria para conseguir lo que muchos intentan y pocos alcanzan: una película que discurre con un tono simpático y buenrollero sin dejar que el argumento se salga de los límites de la sobriedad y el respeto al sentido común.

Como de costumbre, son Cruise y su carisma los grandes responsables de que la película pueda mezclar géneros sin que la producción pierda el rumbo o caiga en la ligereza. Tiene esa magia que le permite resultar encantador y jocoso sin afectar a la credibilidad del personaje. Sabe reírse de sí mismo y no acaparar protagonismo, dejando brillar o reforzando el brillo de otros personajes, en este caso, una magnífica, adorable y letal Emily Blunt o los siempre eficaces Bill Paxton y Brendan Gleesom, que aportan los minutos de frescura, encanto, gravedad o comedia que la película necesita para no exprimir a Tom y evitar que nos llegue a saturar.

Pero “Al filo del mañana” no es una película que necesite de estrellas para triunfar. Sería igual de buena (o quizás sólo un poco menos) con Will Smith o con el Payo Juan Manuel. Con una ausencia de complejos total, plantea un escenario de guerra entre humanos y alienígenas lleno de imaginación y respeto a las reglas no escritas de la ciencia ficción: recrear algo que no ha pasado de una forma que se pueda llegar a pensar que, de ocurrir, podría suceder como se describe. Y lo consigue sin miedo a mostrar a los alienígenas en plano corto y plano amplio, por delante y por detrás, en color y dolby surround, consciente de que se ha hecho un buen trabajo de concepción artística con ellos y, también, de concepción científica, dotándolos de armas y tácticas rigurosas que se mantienen a lo largo de toda la película. Evita esa desagradable situación de películas mal escritas en las que los marcianos son todopoderosos tres cuartas partes del metraje y, hacia el final, se vuelven imbéciles o dejan de usar parte de su potencial para dejarse matar o morir.

Tampoco esquiva el espectáculo o se deja el presupuesto en una traca inicial o final. A lo largo de toda la película hay continuos y multitudinarios enfrentamientos entre un bando y otro, usando todo tipo de tecnología y aparatos que parecen verdaderamente realistas. Para ganarse a los más puristas o a los aficionados al cine bélico, “Al filo del mañana” envía guiños proponiendo combates en escenarios de batallas históricas como Verdún, Londres o Normandía que resultan ser auténticos espectáculos. Y eso que la parte bélica es sólo un medio para un fin: contar una historia de bucles temporales muy bien traída, muy bien argumentada y desarrollada con mucha solvencia. La película equilibra la parte de acción, con momentos épicos, con cierta tensión amorosa entre los protagonistas, con las simpáticas reacciones del protagonista a la paradójica situación que vive y con la angustia de estar a punto de volverse loco con esa situación.

En conjunto, una espectacular, sorprendente y divertida película con todos los ingredientes para verla una y varias veces disfrutando todas ellas de un rato entretenido. Como suele pasar siempre que Tom anda involucrado en el proyecto.