Estoy últimamente encontrando en la TV varias películas que pasaron desapercibidas en su momento y que me han llamado la atención lo suficiente como para a) preguntarme cómo es que no se les dio más relevancia en su momento y b) tratar, en la medida de mis humildes posibilidades, de darles visibilidad. Curiosamente hay dos que han resultado estar dirigidas por el mismo director – Martin Campbell- del que no conocía su nombre, pero sí su obra (“Casino Royale”, la primera película de James Bond que me gustó).

De una, “El extranjero” protagonizada por Jackie Chan, hablé el otro día. Luego he visto esta “Al límite” con las mismas sensaciones: una película que parece del montón, normalita, de bajo coste, de las que dudas que hayan pasado por el cine, que empiezo a ver sin expectativas, sólo por el reclamo que supone la presencia de Mel Gibson y que poco a poco me va enganchando y haciéndome pensar que tiene un ‘algo’ que la hace especial. Además, siempre espero que en cualquier momento se rompa el hechizo (se acabe el presupuesto o algo asi) y se confirme que era la cutrez que uno espera encontrar en películas que fueron directamente – o casi directamente- a TV. Pero no. El tiempo pasa y sigo enganchado hasta darme cuenta de que he presenciado una joya oculta. Reviso los datos en IMDB, veo que el director es el de “Casino Royale”, entiendo muchas cosas y me pregunto a quién ha ofendido Martin Campbell para estar haciendo maravillas de bajo coste en lugar de manejar superproducciones.

“Al límite” es valiente, se atreve a matar a personajes que los convencionalismos establecen que no deben morir en pantalla, y plagada de sorpresas. Mel Gibson se ve envuelto en una sorprendente y enrevesada trama que empieza con poca cosa, lo que viene siendo una tragedia íntima familiar, y acaba como el rosario de la aurora en instancias muy elevadas. Es una trama ambiciosa plagada de giros y sorpresas que sabe aprovechar cada céntimo de presupuesto para resultar creible aunque con la permanente sensación de vivir al límite de sus posibilidades. Gbison borda su papel y, aun siendo plenamente consciente de que se trata de una producción de segunda, su intensidad es la habitual, más de la que veo en actores menos consagrados.

Hay alguna que otra licencia al melodramatismo paranormal que no me termino de explicar y que probablemente sobra, pero el buen hacer de Campbell y Gibson hacen que se integren en la película y le de un toque dulce que no viene mal entre tanta mala leche. No exagero, en otras manos, el final sería del nivel del final de “Los Serrano”, pero “Al final” termina con buen sabor de boca. Es cuestión de talento, imagino.