Fracaso miserablemente de Disney en su campaña de marketing. Toda la publicidad y todos sus trailers apuntaban a un episodio largo de “Erase una vez” (esa pequeña y mágica joya televisiva) plagada de guiños y humor inteligente para adultos pero muy visual y sencilla para niños… y lo que nos ha entregado es una obra técnicamente impresionante, de factura impecable, con unas interpretaciones muy académicas y que sin duda es una adaptación excepcional de su musical de Broadway… pero que hay que dejar absolutamente fuera del alcance de los niños. Nada de “no recomendada”, no: directamente prohibida para niños por su desmitificación de cuentos clásicos, lo sombrío y tétrico (tirando a macabro) de la puesta en escena y lo complejo de ciertas tramas. Si Disney quería llenar cines, lo habrá conseguido, pero ha perdido credibilidad por el camino.

En el plano cinematográfico, “Into the Woods” es una película buena, muy buena incluso. Atrevida por no sentirse obligada respetar la premisa de final feliz. Divertida y original, si se ve sin prejuicios. Pero no responde a las expectativas que venía despertando. Por un lado, el giro en los cuentos es tan atrevido que cuesta no atragantarse con tanta innovación(a casi nadie le gusta, por poner un símil, que Blancanieves sea una torero muda o el Prícipe Azul un mujeriego). Por otro lado, por sorpresa, nos enteramos de que nos han colado un musical.

No es que los musicales de Broadway (sus adaptaciones al cine, me refiero) no me entusiasmen. No. Es que, personalmente, sin paños calientes, me repatean. Y no que creo que sea el único. Me parece complicado que a alguien le pueda gustar que a cada momento le corten el desarrollo de la película para tirarse dos o tres minutos recitando frases de rima forzada con música de fondo que dan vueltas y más vueltas sobre lo mismo sin progresar en la película. No, no confundamos el musical de Broadway con los musicales de los años cuarenta-cincuenta, que eran películas normales con números musicales incrustados. Tampoco hay que confundirlo con las tradicionales películas Disney con su banda sonora incrustada (pero INDEPENDIENTE de la acción) o con películas en la que los personajes interpreten puntualmente alguna canción o baile.

Los musicales de Broadway pueden tener su gracia para verlos en persona en un teatro, con los famosetes, con la magia del directo y eso… pero en cine queda un poco artificial en el mejor caso y un peñazo en el peor. Venga todos a leer subtítulos todo el rato como cabrones y no disfrutar de la fotografía o las interpretaciones. Por eso las expectativas que traía “Into the Woods” se evaporan antes de treinta segundos, cuando la introducción de narrador, fundamental para asentar una trama que se presume complicada y llena de guiños, se complica innecesaria al forzarla con rimas y gorgoritos. Lo único positivo del asunto fue escuchar el corrillo de murmullos sorprendidos/decepcionados/asustados de niños que no eran capaces de leer a tiempo los subtítulos de las “canciones” y el de los padres al ver que a) habían tirado los treinta euros de las entradas a la basura y b) a ver como tenían calmadas a las fieras dos horas largas.

Sí, amigos… hice lo que dije hace poco que no iba a volver a hacer: volver al cine en día de estreno. Y de película presuntamente infantil, para más inri. El panorama era poco halagüeño con niños de corta edad por todas partes riendo, gritando, llorando y, en general, dando por saco delante de unos padres que confunden un cine con una guardería en el que el pago de una entrada les da derecho a que todos les aguantemos. Pues se ve que ninguno de esos padres-jeta tuvo la precaución de leerse la sinopsis o las críticas y se pensó que venía a ver la típica película Disney con la que adormecer a los niños y les dejen un rato tranquilos. Craso error. No solo la película transcurre un 70% con canciones en inglés subtituladas sino que además las tramas son enrevesadas, son más fieles al original de los hermanos Grimm que a los cánones Disney y no tienen que acabar necesariamente bien. Me pongo a salivar solo de pensar en los niños con pesadillas esta noche o padres respondiendo preguntas incómodas de por qué un príncipe le pone los cuernos a su princesa.

No sé. Con todos los premios que seguro que ganará, yo no habría pagado nueve eurazos para ver esto. Y por la cantidad de murmullos y padres desfilando fuera de la sala en mitad de la película creo que no fui el único. No es que no los valga, es que si el presupuesto es limitado hay cosas mejores para ver en el cine. Si entre todas las remasterizaciones y revisiones de clásicos que han venido y vienen (Peter Pan, Cenicienta, Malefica…) Disney quería algo más para adultos, coño, que lo avise con letras grandes.