Con sus luces y sus sombras, JFK es una de las grandes figuras del siglo XX (y aquí ya dejo que cada cual interprete lo de ‘figura’ como crea conveniente). Además de las películas que ha “protagonizado” directa o indirectamente, casi todos los aspectos de su biografía dan todavía para una o más de una películas. Está por hacer, por ejemplo, la película definitiva sobre la conspiración de su asesinato; también la crisis de los misiles admite más revisiones, igual que Bahía Cochinos; toda su vida sentimental está por dramatizar… por eso cuesta entender cómo una película como esta “Jackie” ha elegido el evento más aburrido – los momentos POSTERIORES al asesinato - desde el punto de vista menos interesante – el de su esposa- para narrar hora y media de detalles de escaso valor histórico.

El gran esfuerzo documental, visual, técnico e interpretativo (nada que decir que no sea bueno) se diluye en una narración que no interesa más que a los admiradores o especialistas en la figura de Jacqueline Kennedy. Sin querer quitar dramatismo a lo que tuvo que pasar la pobre mujer, no me interesa si fue un trauma pasar de ser la Primera Dama a tener que desalojar la Casa Blanca con prisas (episodio cruel, sí, pero la vida es así, a rey muerto, rey puesto), de si la trataron con poco respeto y delicadeza los que la peloteaban unas horas antes o si tuvo que pelear mucho para que el funeral de su marido tuviese el boato que ella pensaba que se merecía. No son situaciones ajenas a gente mucho menos privilegiada que llevan la pena o el sufrimiento sin tanto aspaviento.

Insisto, hay gente para todo que puede encontrar interés, ya sea profesional o morboso, en la parte más humana del personaje en sus peores momentos, pero quitando algún momento puntual que escenifica encontronazos políticos, la película genera (a mí por lo menos) aburrimiento y apatía.