Entre capas y capas de improvisación y en la maraña de un guión deslavazado se intuye el amor que siente Michel Gondry por el cine ochentero de palomitas. Hay un par de parodias graciosas, algún diálogo con chispa y muy poquito más. Que al director francés no le salgan obras maestras cuando Charlie Kaufman no es su escudero es lógico, pero al menos se podía molestar en exprimir las (buenas) ideas que se le ocurren, porque ni siquera su desbordante imaginación hace (excesivo) acto de presencia.

¿Qué es eso de homenajear el VHS? Me entra una pereza ancestral cuando pienso en ese soporte sin versión original ni extras, con una calidad que se deteriora con el paso del tiempo y con un aparato que necesita tragarse las cintas para alimentarse. Una colleja les daba yo a estos nostálgicos de pacotilla. Por si acaso no me voy a extender con mi opinión sobre los amantes del vinilo y una nueva clase de bobo, el que reivindica el cassette.