Primero que todo no cabe duda de que la dirección de Stanley Kubrick es brillante, increíble, plagada de detalles donde todo está cuidado en cada milímetro de cada plano de cada escena, y una cámara que muestra el filme con un realismo que introduce al espectador en la historia.
Pero me parece un pelín sobrevalorada en cuanto al miedo que produce, por el hecho de que se abusa de un horrible pitido que hace daño a los oídos, y sale en cada maldita escena de miedo. Cómo se sabe, el buen cine de terror (que escasea) viene de miedo hacia cosas que intuímos que podrían pasar, y el malo viene de screamers.
Aquí tenemos ambos tipos. El primero se ve bien reflejado en el personaje de Jack, y cómo cae en la locura poco a poco inevitablemente. El segundo con los ya mencionados pitidos y los títulos de los días de la semana y otros sustos.
Además apuntar que me hubiera gustado un mayor desarrollo de los personajes, el doblaje en castellano (que suelo defender) en esta ocasión es pésimo, y el aspecto técnico es impecable.
En definitiva, un clásico con sus virtudes y defectos.
Nota. 8,0