No le demos más vueltas políticas, sociológicas, antropológicas. Es un simple entretenimiento, bastante bizarro y como en cualquier vehículo cultural arrastra la carga ideológica de su tiempo y de su cultura. Tiene buenos momentos de tensión, secuencias de vergüenza ajena en los diálogos de la pareja central pero sobre todo dos protagonistas en el esplendor de su belleza física. Eleanor Parker, divina, encorsetada, absolutamente improbable y Charlton irradiando como siempre masculinidad pura y simple y su magnífico porte arrogante. Para pasar más alegremente las metafísicas tardes de los domingos.