Dredd = Dread. Y es que dan miedo determinadas películas que insisten en la necesidad de una superpolicía, brutal y eficiente, para limpiar el mundo de escoria. Y no es que no exista la escoria, pero estaría bien saber por qué la gente vive así, qué clase de sistema la ha empujado a tales extremos de bestialidad y declive. Pero, claro, eso sería otra película, y Dredd, al igual que en la versión de Stallone, lo que prima es la acción trepidante y descerebrada, sin tregua para reflexionar, un pimpampum continuo que te machaca el cerebro durante 90', hasta que llega la escena final y caes en la cuenta de que has desahogado tus bajos instintos absorbiendo basura por un tubo. Muy en la línea del cine parafascista norteamericano actual.