Heather Graham, bonita y turgente ella, no recibe lo que merece porque su novio, al parecer, prefiere ver partidos de fútbol en la tele antes que a matarla a polvos. Por tanto, en cuanto se cruza en la calle con un turbio desconocido (un Fiennes pasado de revoluciones) que promete pasiones sin cuento, allá que va. Y en efecto, el interfecto, de profesión escalador (aunque fuma como una locomotora), enseguida la monta sobre la cumbre de su miembro y le pone el culo como un bebedero de patos. La chica, motivada por fin, se desmelena y da todo lo que le piden con un entusiasmo digno de mejor causa. Pero pronto empieza a sospechar que el alpinista, aparte de experto con el pico, está como una chota, y que cuando le domina el demonio de los celos puede ser muuuuuy peligroso.
Lamentable thriller erótico del otrora interesante director Chen Kaige, a quien le sentó muy mal el pase al cine occidental. Lo único destacable son las carnes deliciosas de Graham y la música de Patrick Doyle, que sin duda merecía una película infinitamente mejor.