El western se resiste a su tantas veces anunciada muerte, y para ello se adapta y metamorfosea con el fin de sobrevivir y volver a levantar la cabeza con orgullo. Si alguien le hubiera dicho a Albert Camus que su relato breve L'hôte se convertiría algún día en un western minimalista, habría rechazado la idea con un ademán y una sonrisa irónica. Lejos de los hombres transcurre durante la guerra de Argelia, Un ex militar, profesor en una escuela habilitada en medio del desierto, ha de conducir a un prisionero nativo hasta el fuerte más próximo, con el fin de que le juzguen por el asesinato de un familiar. Durante el viaje, casi onírico, aprenderán a conocerse y respetarse, vencerán dificultades, sobrevivirán a un ataque del Séptimo de Caballería, perdón, el ejército colonial francés... y acabarán en un burdel que a Howard Hawks no le habría desagradado, comandado por una avejentada Ángela Molina (los desmanes de juventud no perdonan). Es una película hecha a base de silencios, el lento avanzar del tiempo, gestos, miradas, el abrazo del desierto... Algo morosa en determinados momentos, pero vale la pena ser paciente y dejarse mecer por su particular ritmo. Cuenta con una interpretación muy matizada de Viggo y el francés Reda Kateb, de ascendencia argelina, que aguantan casi todo el peso de la cinta sin desfallecer en ningún momento. Es uno de esos filmes baratos, humildes, rodados con mimo, a los que siempre hay que dar una oportunidad.