The High and the Mighty, no estrenada en nuestro país por motivos que se me escapan hasta su aparición en DVD, es la madre de todos los Aterriza como puedas habidos y por haber. Hacía tiempo que no veía tal cantidad de personajes tópicos reunidos en un solo decorado, a cual peor, sin faltar el niñito que va tocando los cojones con la pistolita, el piloto enamorado de la azafata, el co-piloto traumatizado por un accidente anterior, y diversas parejas entrelazadas en un guión de moralina monstruosamente conservadora, que parece rodado para proyectar la película resultante en el Cinturón de la Biblia. Estoy seguro de que Abrahams y los Zucker vieron esta película varias veces antes de poner en marcha Aterriza como puedas. ¡Si hasta sale Robert Stack, caramba! Salvo Claire Trevor, incombustible, que le echa morro al asunto, los actores están de pena. No me extraña, con esas líneas que deben recitar. A John Wayne se le ve incómodo enseguida, encima tiene que silbar, y está allí como podría estar en su casa viendo un partido de béisbol. Y eso que dirige William Wellman, un tipo al que debemos un buen puñado de películas memorables (Incidente en Ox-Bow, El rastro de la pantera, Fuego en la nieve, Cielo amarillo...), pero está visto que no tenía el día. Lo único reseñable es la soberbia banda sonora de Dimitri Tiomkin, que se llevó el Oscar de aquel año (aunque ya sabemos que eso no quiere decir nada). En definitiva: una gran decepción, y un aburrimiento mayúsculo (147 minutos, por el amor de Dios).