2 de abril de 2013
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Básicamente, no pensaba ver esta película porque su historia no me interesaba en absoluto. Pero ayer, durante un viaje en tren, la echaron y me decidí a verla con un ojo, es decir, sin aplicarme demasiado. Es el típico tostón de carácter familiar que habla del sacrificio, la entrega y la superación, en el más puro estilo Spielberg, al que sin duda habrá gustado mucho. Más allá de demostrar que Bayona ya está capacitado para instalarse en Hollywood y producir blockbusters arrasadores, y de poner de manifiesto una vez más que McGregor y Watts son excelentes actores, el tinglado está teledirigido a estrujar el corazoncito del espectador y dejarle sin lágrimas en el cuerpo. Todo contribuye a ello: la música, el montaje, las situaciones angustiosas (aunque sepamos que los protagonistas reales sobrevivieron). Sin duda Bayona se ha empapado de dramas clásicos de los 30 y 40 y sacado buen partido de ello. A mí, la verdad, me dejó indiferente. Lo aprecié como ejercicio de estilo y manipulación de los sentimientos, y pensé que en este país hay técnicos y directores tan buenos como en cualquier otra parte, pero el film no me interesó. Eso sí, espectacular la llegada del tsunami. Y poco más.
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