Musical muy menor de la MGM, que canta las virtudes del pequeño pueblo provinciano (todo el mundo es amable, compasivo y temeroso de Dios) sobre la perversa gran ciudad. Sólo visible porque la coreografía es del gran Busby Berkeley, que únicamente se puede lucir en un número de Ann Miller espléndido, rodeada de instrumentos musicales cuyos ejecutantes no se ven (el otro, adornado con gauchos que parecen zeñitos de Jerez de la Frontera, o viceversa, es mejor olvidarlo piadosamente), y dos excepcionales performances del desconocido Bobby Van, demostrando que la sombra de Fred Astaire era muy alargada. Por lo demás, la música es mediocre, incluida la canción que Nat King Cole interpreta con su característica voz, pero sin poner el alma en ello. Protagoniza una almibarada Jane Powell, cuyo paso por el cine fue fugaz, y el imposible Farley Granger, guapo pero inexpresivo. En su sempiterno papel de emigrante centroeuropeo de extrema derecha, S.Z. Sakall pone de los nervios a cualquiera. Un film sin importancia, que no aporta nada al género.