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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Terror. Ciencia ficción Después de la huida del monstruo creado por el doctor Frankenstein (Colin Clavel), el siniestro Dr. Praetorius (Ernest Thesiger) propone al cientifico la creación de una compañera para el monstruo. (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegamos solos al mundo.
Buscamos nuestro lugar dentro de él, revolvemos cada experiencia que tenemos y al final, sólo podemos tratar de comprendernos a nosotros mismos.
Pero qué bello sería, poder compartir ese desconcierto con un igual.

'La Novia de Frankenstein' se abre con un prólogo pomposo, casi abiertamente innecesario, pero con una función crucial: confirmar que los relatos sobre dioses y monstruos son un reflejo de lo que somos, que lo que escribimos no es imaginación y pocas veces se puede prescindir de verter en ellos alguna emoción propia.
James Whale sabía mucho de eso en relación al monstruo de Frankenstein: él también fue perseguido e incomprendido, también luchó por un lugar que le fue prometido y después negado, para finalmente verter esa rabia en sendas creaciones monstruosas, que le acompañarían donde la humanidad nunca pudo.
Podría haber interpretado él a la Criatura, pero no sería justo para un Boris Karloff que marca como nadie la soledad en sus gestos, y la tristeza en su mirada.

Una emoción que se contagia al resto de la película y subraya el relato de fondo sobre seres dolidos y rotos, acosados por lo que no pudieron lograr, como náufragos de una vida que les ha dejado desamparados al destruir sus ilusiones.
Todo eso no queda sólo en la Criatura, triste paso adelante de una raza humana que nadie quiso aceptar, sino también en su creador Henry Frankenstein, que después de su fracaso al crearle no se siente cómodo en la vida de matrimonio y esposa amorosa que se le ha reservado.
Pero entonces llega el Doctor Pretorius, proponiendo repetir el experimento para brindarle una compañera al Monstruo: tal es la naturaleza humana, que no puede evitar volver a pasar por la misma piedra, aún a sabiendas de que se va a tropezar con ella.

Las intervenciones de la gitana chillona y los intercambios irónicos podrían despistar, pero que nadie se equivoque, en esta segunda parte late un corazón más negro que en su original, si acaso agravado porque la comedia pone de manifiesto lo fácil que se puede mezclar con temas realmente serios.
Los lugareños ya no temen al Monstruo, ya le vencieron en el pasado, y sus persecuciones son más crueles, más dolorosamente fáciles, cargadas de ruido y saña. Hay que señalar algo importante aquí: no le tienen miedo, no le consideran una amenaza, sólo le cazan porque es diferente (ni eliminarle quieren, únicamente le reducen vergonzosamente entre cadenas).
Lejos de ellos, la Criatura encuentra un remanso de paz que nos tranquiliza tanto como a él: la rústica casa de un anciano ciego que pedía un amigo, el cual parece que por fin le ha sido concedido.

El breve episodio atesora todo lo que hace especial está bilogía y a la vez rompe sus convenciones, alejándose de los torreones lúgubres y los rayos eléctricos, como un oasis que repara fuerzas después del sufrimiento.
Allí, la Criatura aprende de lo bueno de esta vida, entre maderas confortables y fuegos "amigables", apreciando la infinita pena que arrastraba su nuevo amigo, y a la vez dándose cuenta de que es él quien por primera vez ha curado a otro ser.
Pero el paraíso dura poco (si no, no lo llamaríamos paraíso) y la persecución continúa, con una Criatura que por primera vez saca sus peores emociones: contagiado del negro corazón de la película, pasa a exigir y atemorizar de verdad, dejando implícito que no hay peor dolor que lo que pudo ser y no será ya más.

La decepción, la furia, y en cierta medida la desesperación orbitan la creación de la Novia de Frankenstein, arrojando un reflejo deformado de la anterior, como burla infinita por lo que pretendía ser un hallazgo científico y al final sólo es triste intento de escapar de una muerte que a todos nos llega.
Pero, ¿qué es exactamente la muerte?
Un vacío del que no se vuelve, un necesario punto final para revalidar todas esas cosas a las que consagramos la vida, una frontera que no se debería cruzar tan a la ligera como Henry, Pretorius y la Criatura lo han estado haciendo.

En uno de los momentos más sinceros del Cine (no ya del cine de terror) el Monstruo se da cuenta de que se ha equivocado, reconoce que su error nació de otros... y perdona.
Algo que es, en esencia, la experiencia humana: enfadarse con el mundo, decepcionarse y aprender a vivir con ello.

Henry no llegó a crear vida, al final de todo: sólo engañó a la muerte.
Porque la vida, esa extraña condición, se sigue teniendo que aprender viviendo, y tal vez en algún momento aceptando que va a dolerte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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