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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Aventuras. Acción El superagente británico 007 habrá de vérselas ahora con el más peligroso asesino a sueldo del momento: un hombre llamado Scaramanga, más conocido como el hombre de la pistola de oro, que tratará de deshacerse de James Bond con los más sofisticados recursos... (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el principio, el villano es el protagonista, no el héroe.
En una isla perdida, Francisco Scaramanga se relaja en su playa privada, mientras su enano sirviente trama un asesinato para quedarse con sus propiedades. Un mercenario se presta a matar a su señor y cuando cree tenerlo indefenso... entonces no hay escapatoria posible, pues ya se ha metido hasta el cuello en un laberinto de los horrores, de formas afiladas y visiones fantasmales, que culminan en una bala de oro disparada directamente a su pecho, sin que el pobre desafortunado haya llegado a saber qué pasaba exactamente.
Scaramanga entonces revisa su pistola con porte superior, como si hubiera sido un simple juego, mientras su sirviente, leal hasta el final, limpia el cádaver.

Este prólogo, y el título 'El Hombre de la Pistola de Oro' podrían preludiar otro tipo de historia, basada en un asesino de gustos particulares.
Pero no, porque es otra misión de James Bond, con la salvedad de que esta vez no hay misión: tan solo la arrogancia de un asesino proclamando que sería un verdadero placer medirse con el famoso agente de licencia para matar. Un verdadero reto, y orgullo.

No se esconde la semejanza entre ambos, entrenados para ser los mejores en su campo, que no deja de ser el de acabar con objetivos humanos siempre que la situación lo requiera.
La diferencia es que mientras Scaramanga dispara con evidente sádica satisfacción es muy difícil pensar en el más que nunca encantador Bond disfrutando al quitar vidas humanas. Roger Moore empezaba a sacar todas sus armas de comedia al ruedo en un Macau de estatuas de sumo vivientes o asiáticas desnudas en la piscina, y lo cierto es que solo queríamos saber más de ese hombre de la pistola de oro, un inofensivo caballero inglés que tan pronto parece estar calmado como al siguiente apunta con un brillo mortal en la mirada.
Cosa complicada de conseguir, apoyar al héroe y mantenerse fascinado por el villano.

Christopher Lee se quitaba así la espinita de no haber sido 007, contentándose con ser un reverso tenebroso del mismo, tal como Ian Fleming imaginó.
Incluso en sus conquistas, James Bond flirteaba con la inocente Goodnight mientras le distraía más la atormentada Andrea de intensos ojos azules, a la que Scaramanga seducía con inconfundibles ademanes vampíricos. Ambos las condenaban a un capricho pasajero, pero ambos sabían como tratar a una dama (Goodnight además, siendo la primera precursora de chica Bond fascinada por el héroe pero consciente de donde poner los límites).
Como otro villano de dorada asociación, Scaramanga consigue la atención de Bond cuando por fin demuestra que su desprecio por lo humano alcanza hasta a sus amantes, y no tiene reparos en que sufran una muerte silenciosa rodeadas de gente. Sin perder la elegancia, claro está.

Casi es terrible la invitación del villano a su isla solitaria, pero el humor irónico que recorre toda la visita de Bond mientras aquel le presenta sus métodos a un igual tiene la rara cualidad de dar ligereza a algo que no lo es (Britt Ekland en un bikini gratuito probablemente ayude).
El esperado duelo entre caballeros tiene algo de circense cuando se desarrolla en ese laberinto de los horrores que ya hemos visto, pero el villano subestimó un detalle: que un asesino cuente con código moral no le impide ser igual de agudo que otro.

Confirmado Roger Moore, llegaba otro villano implacable para poner a prueba su James Bond.
Y, por una vez, no tiene nada de malo fantasear conque Christopher Lee fuera un agente secreto de dorada pistola y violentas maneras.
Charles
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