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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Musical. Drama Austria, 1938. María es una alegre novicia que abandona la abadía para convertirse en la institutriz de los siete hijos de un militar retirado, el capitán von Trapp, viudo desde hace poco tiempo. La casa de los von Trapp funciona como un cuartel, pero María consigue devolver la alegría a los niños y ganarse su respeto y cariño. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahí arriba, en el olimpo de las "feel-good movies", se encuentra 'Sonrisas y Lágrimas'.
Es en ese género donde se suelen encontrar aquellas historias que apelan a nuestra más cándida bondad, llenas de niños y perros, de protagonistas alegres que conocen el valor de la amistad o el amor, y personajes gruñones que acaban encontrando su corazoncito.
Pero es que encima, en la historia de la familia Trapp caben las canciones, y los hechos reales de villanos reales, que acaban siendo superados por todo lo bueno que queda por venir.

Por eso, no es de extrañar que Sor María se haya convertido en un icono universal, la perfecta institutriz que todos querríamos, a la cual nada más aparecer en un prado lleno de verde ya sabemos que podemos disculpar de todas las travesuras por las que sus superioras la acusan.
Sería imposible que ella, tan vivaracha y plena de voz musical, fuera capaz de hacer nada malo, y al contrario sus torpezas nos demuestran que sin embargo es tan humana como cualquier de nosotros. Una oda eterna a Julie Andrews por componer semejante criatura imposible sería poco, considerando lo surrealista que es sobre el papel y lo carismática que se desvela en pantalla.

Ella será la encargada de cuidar a los niños Von Trapp frente a un padre autoritario que les prohíbe cualquier tipo de divertimento, cuidando de que su espíritu infantil no se marchite entre rígidas normas de conducta, a las que ellos han reaccionado hasta el momento con una rebeldía nacida de su inconformismo por un padre ausente.
Resulta incluso más triste pensar que el Capitán Von Trapp se pierde la madurez de su hija mayor, ya con edad de pensar en chicos, solo porque nunca ha querido tener la oportunidad de conocerla, y ella debe encontrarse con un joven alemán en un rincón apartado del jardín, donde la severidad no pueda tocar su entusiasmo juvenil ante los primeros pálpitos del romance.
Ya sabemos entonces que tendrá que ser el Capitán quien reciba la lección moral más dura, la de quitarse su coraza militar para pasar a ser el padre que nunca estuvo. Podría decirse, de hecho, que si esta historia tiene un aprendizaje, ese sería el de un hombre que aprende a sentir, de nuevo, ante el torrente de calidez que María es capaz de traer a su demasiado vacía casa.

Las habitaciones vacías en las que al principio él vetó de bailar a la novicia se transformarán entonces en ingeniosos teatros de marionetas, que no dejarán de probar que este sigue siendo un buen momento, el mejor de los tiempos, para querer a aquellos que nos quieren.
Impedir que lo hagan, ese sería el gran error, que muchas veces estamos a punto de cometer, y del que muchos se dan cuenta demasiado tarde, cuando ya es imposible devolver ese cariño.

Como no puede ser de otra manera, este torrente de azúcar acaba empachando, lo que unido a un metraje desmesurado está muy cerca de ser el fallecimiento absoluto de 'Sonrisas y Lágrimas', pasando a ser una blanca nube entre muchas otras.
Pero entonces, ¿qué es lo que hace especial a esta historia?

La respuesta, quiero pensar, se encuentra guardada en su hora final, en la que por fin se ponen cartas sobre la mesa respecto a lo que el director quería contar.
En todo el tiempo anterior, el maestro Robert Wise solo quiso hacernos vivir en el seno de una tierna familia que aprende a quererse de nuevo, poco a poco. Pero es en su tramo final cuándo nos muestra por qué quería que sintiéramos toda esa calidez.
El avance nazi, con sus banderas de rojo violento que rompen la delicada paleta de colores, domina todo el plano, y a punto está de dominar las vidas de los Von Trapp. Es entonces cuando descubrimos lo necesarios que eran aquel "Do, Re, Mi", la comprensión de un padre frente a su hija, las inacabables tardes de verano recorriendo el monte: necesitamos los buenos tiempos, para saber que existen y que volverán cuándo estemos pasando el peor de los tiempos.

Es por eso que el acto final de la familia Trapp no es solo un alegato contra la crueldad, arrinconados en un estrado que rodean soldados imponentes, sino también una celebración del valor de unirse ante la adversidad que se aproxima.
El Capitán entonces le dedica a Austria, a su familia, pero sobre todo a nosotros, la canción 'Elderweiss' dedicada a la flor que crece en las cumbres nevadas, como una prueba de que, frente a la brutalidad sin sentido, es de valientes demostrar que se sigue teniendo un corazón.
Charles
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