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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
8,1
114.218
Animación. Fantástico. Aventuras Chihiro es una niña de diez años que viaja en coche con sus padres. Después de atravesar un túnel, llegan a un mundo fantástico, en el que no hay lugar para los seres humanos, sólo para los dioses de primera y segunda clase. Cuando descubre que sus padres han sido convertidos en cerdos, Chihiro se siente muy sola y asustada. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No vaya por la vida con la imaginación destapada, que se le escapan muchas cosas, sr. Miyazaki.
Todos hemos querido este cuento.

Nunca sabemos por qué, o por cuánto, pero siempre hemos querido otra realidad, una donde jugar, donde hacer los sueños realidad mientras aun sean posibles en la infancia.
Por eso, Miyazaki juega con nosotros y nos trae el anti-cuento: sigue habiendo personajes extravagantes, pero nadie es el elegido que traerá la luz a un mundo dividido; sigue habiendo actos heróicos, pero no nos hacen parecer héroes relucientes; hay enseñanza moral, pero no acabamos de tener claro cuál es (pero... ahí está).

Chihiro. Su viaje.
Aquí habrá que hablar de la naturaleza del viaje: ¿físico o espiritual? Puede que un poco de ambos.
En la casa de baños de los dioses, aprende del trabajo duro y del día a día. No hay maravilla porque está por todas partes, rodeada de formas y seres ancestrales que se comportan como modestos clientes.
No rehuye la cara cruel de la vida, pero no por ello deja de intentar sacarle su lado positivo: al final del día, saber que has hecho lo correcto puede ser la mejor recompensa.

Las caras que la acompañan son versiones exageradas de otras realidades: el obediente atrapado en su obediencia, la ambiciosa tirana, la maestra agradecida, el extraño amable... probablemente todos nos topemos con ellos en algún momento de nuestra vida adulta.
Imaginación y realidad se confunden bajo una gloriosa sensación de "todo vale". Porque todo vale, pero porque es válido para este imaginario.

Tras ello, resulta inevitable hablar del último calor de la infancia.
De la niña que deja atrás los juegos y descubre que el mundo es injusto, frío y cruel, pero que su ingenio y valentía son las principales armas para plantarle cara.
Es triste hablar de esos momentos que se nos acaban, y por eso Miyazaki ha optado por suavizarlos: podemos seguir jugando como antes, solo es un juego diferente que afrontar, pero la honestidad es una medalla que llevar bien alta en él.

Al final, no sabemos qué fue de aquello que nos pasó.
¿Una fantasía, un sueño, el último aliento de lo imaginado?
Quizá sea mejor así, no saber qué fue pero saber qué se vivió. Quizá.
Charles
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