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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Fantástico. Aventuras. Thriller Cumpliendo con su amenaza, Grindelwald escapa de su custodia y ha comenzado a reunir seguidores, la mayoría de los cuales no sospechan sus verdaderas intenciones: alzar a los magos purasangre para reinar sobre todas las criaturas no mágicas. En un esfuerzo por frustrar los planes de Grindelwald, Albus Dumbledore (Jude Law) recluta a su antiguo estudiante Newt Scamander, quien accede a prestar su ayuda, sin conocer los peligros que ... [+]
20 de noviembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tienes algo que contar, hazlo.
Gasta tus mejores cartuchos, saca todos tus ases, enfrenta tus protagonistas con sus peores dificultades, piensa que en el futuro, más que un número, propios y extraños van a recordar tu peli como “¡ah, esa en la que pasa ESO!”… muy difícil no tiene que ser cuando sagas de envidiable salud llevan años y décadas haciéndolo.
Si al contrario, lo que quieres es no cerrar ni una trama, dejarlo todo en suspenso y soltar revelaciones a punta pala por muy incoherentes que parezcan… pues págate una serie de televisión, que también triunfan en su propio medio.

‘Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald’ suda de esta distinción, porque ella lo vale.
De hecho, tira por el retrete todo el ingenio encantador de su primera entrega, busca conflictos de mierda para hacer que sus antaño carismáticos protagonistas estén plomizos y antipáticos los unos con los otros, y se desespera agarrándose a una saga anterior que en cierta manera había jurado no necesitar más allá de lo imprescindible (mentirosillaa…) .
Es decir, cuando vemos por primera vez las torres de Hogwarts casi falta una orquesta sinfónica al completo tocando al límite de sus fuerzas la clásica melodía, mientras un empleado de Warner Bros sostiene un letrero en el que pone “EMOCIÓNATE, MALDITO”.

Todo esto, junto y revuelto, es un marrón gigantesco.
Porque cada vez queda más en evidencia el carácter artificial e improvisado de esta saga precuela, que apenas ha permitido querer a sus personajes en variedad de situaciones (todo lo contrario a un tal Harry and friends), y ahora les mete en un embolado tremendísimo donde no pintan un carajo, pero como lo pide Jude Law haciendo de Jude Law disfrazado de (dicen) Albus Dumbledore pues venga, que el tiempo correrá en contra pero tenemos de sobra para sacar un par de secuelas más como mínimo.
El colmo de continuidad caprichosa tendrá que llevárselo Credence Barebone, que de excusa para mover el argumento pasa a ser… otra excusa para mover el argumento, solo que ahora importan sus apellidos familiares, es el elegido para traer el equilibrio a la Fuerz… el mundo mágico, y nos pasamos por el forro su sacrificio en la anterior que servía para madurar a Newt Scamander, porque el actor es icono LGTBI y así podemos maquillar el que Grindelwald y Dumbledore no tengan un triste minuto juntos.

Francamente, huele a mierda aquí.
Huele a franquicia prefabricada y medida para cumplir con cualquier rango de espectadores, igual que todas, pero no me apetece ver tan descaradamente la mano del estudio pidiendo los billetes de mi cartera, ni la pereza de una autora-guionista que para mantener el interés vuelve a recurrir al “¡rasca y gana un final! ¡oootra vez será!”, teniendo un universo tan rico a su disposición (¡creado por ella, nada menos!).
La moderada redención viene, sorprendentemente, de un Grindelwald al que Johnny Depp presta toda la fuerza de sus ojos reptilianos para acojonar, tan imparable y decidido que parece estar en otra película diferente mientras el resto se pasea conversando por salas de castillo: supongo que era la intención, mostrar la parsimonia de una sociedad malamente cómoda en su estabilidad mientras la voluntad más fuerte se apresura a cambiar el mundo, pero hubiera deseado que no me interesara porque, cual niño pequeño, “me aburren los buenos”.

Aunque de nuevo supongo que no me aburren tanto, solo comparados con él: afortunadamente, pese a estar rodeado de amigos repentinamente asquerosos, Newt sigue guardándose un arco mínimamente curioso, pues centrado en sus bestias mitológicas no ha llegado a darse cuenta de que el mundo mágico y no mágico penden de un hilo, con la balanza inclinándose hacia los que lo hacen todo mientras otros no hacen nada.
“Yo no tengo bando”, la frase dicha a su hermano, es una responsabilidad muy pesada de asumir, incluso cuando efectivamente es muy fácil dejar de lado los conflictos de la gente de allá afuera, y centrarse en el trocito de mundo que ha cuidado en construir.
Puede verse incluso un paralelismo a la propia película, preocupada por justificar la coletilla de su título mostrando cuanta más criatura colorida mejor, mientras fuera están pasando cosas importantes, voluntades se ven doblegadas y despedidas son forzadas entre personas que se quieren, porque apremia tomar un bando.

En uno de los pocos interesantes detalles que guarda este anexo a una secuela ¿mejor? (me niego a llamarlo capítulo por si mismo) la cruzada de Grindelwald espeja noticias de ese periódico a este lado de la pantalla donde no se mueven las fotografías: líderes resolutivos llaman a la acción, atrincherados en conceptos como el orgullo nacional, diciendo que tolerar lo diferente ha dinamitado nuestra antaño férrea confianza.
La gente, con miedo, escucha. La gente, que tenía miedo, ahora empieza a cobrar confianza. Y los que dicen protegernos, los del otro lado, de repente han pasado a ser tan villanos como aquellos que denunciaban.
Y es terrorífico comprobar que, efectivamente, Grindelwald no es un tirano, sino un orador que concede a la gente sentirse fuerte, cuando más lo necesita.
Bravo, por no olvidar que la ficción gana fuerza con la realidad.

Por desgracia, es el reflejo más obvio que podrían haber visibilizado. El resto son fuegos artificiales, sitios mágicos muy bonitos y dragones de fuego, porque estaría mal terminar (JÁ) con una duda espeluznante en vez de la habitual traca final.
No dejo de tener la impresión de que J.K. Rowling y compañía pensarán que han elegido el menor de los males, y meten cachitos de buena reflexión entre “lo que quiere ver el público”.
Pero no se han parado a pensar que la pasta va a entrar de todas maneras, se llame este así o asá, y en realidad lo que hacen es flojear una saga que había empezado con buen pie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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