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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Drama Rocky Balboa, el boxeador de Philadelphia, disfruta de su efímera fama después de estar a punto de derrotar al campeón mundial de los pesos pesados Apollo Creed. Las ofertas publicitarias para el anuncio de productos no van bien debido a la limitada educación y falta de sofisticación del púgil. Por ello, y debido a la falta de dinero y al embarazo de su mujer Adrian, acepta la demanda de revancha del "casi derrotado" Creed. (FILMAFFINITY) [+]
28 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie se molesta en saber qué ocurre después de los finales felices.
Todo se pierde en el clamor del triunfo, de los destinos alcanzados y de las metas conseguidas.
Las más de las veces, se ha establecido que si luchas y ganas una vez, tienes todo ganado.

Pero eso es solo para algunos, para los otros.
'Rocky II' tiene su fuerza en mostrar qué ocurre después del triunfo, y contar, sin un resquicio de amabilidad, cómo suelen pasar las cosas una vez todos piensan que ya lo has demostrado todo.
Rocky Balboa ganó moralmente el combate con Apollo Creed, nadie parece negarlo, pero la cuestión sería si ganó la batalla de su vida, o solo una pelea más del ring, por injusto que pueda sonar. No queda lejano el paralelismo con la propia vida de Sylvester Stallone, que coronado por la primera pelea de Rocky se dió cuenta más tarde de que el triunfo atormenta, más que facilita.

Empieza con alguna que otra compra a la larga innecesaria: me lo he ganado, lo he merecido, puedo permitirme el lujo de ser egoísta si he ganado algo con sudor o esfuerzo. A su lado, la mirada de Adrian nos dice lo que ya estamos percibiendo desde hace mucho.
Incluso sí, por qué no, regalos a los amigos y contratos publicitarios, todo lo que viene en el momento bueno es bueno, aunque no lo sea. Parece que creemos que lo será, que no habrá problemas porque alguna vez levantamos el puño cuando nadie creía que lo haríamos.

Los escenarios de la ridícula colonia que Rocky se ve obligado a promocionar nos recuerdan lo ya sabido, lo efímero del triunfo, pero subraya lo fácil que es banalizar lo que antes era excepción.
No dura el éxito, pero tampoco dura el orgullo: cuando el antiguo boxeador se ve obligado a ser la sombra sin dignidad de otros sabemos que su tiempo ha pasado. Y es aún más doloroso saber que lo que se ha negado a aceptar es lo único que le queda.

No porque su vida pertenezca al ring ni mucho menos, no. Como nos deja clara la mirada de Adrian cuando le dice "quiero que subas al ring, quiero que ganes" su vida le pertenece a los suyos, nada más.
A su mujer, y al viejo entrenador que es lo bastante sincero como para abofetearle el alma sin ocultarle que puede que no sobreviva, que lo que él juzga algo fácil se va volviendo más difícil porque las antiguas lesiones no perdonan.

Es entonces cuando esta segunda parte se convierte en el perfecto complemento de la primera, al ver a Rocky con su vida en ruinas, saliendo a luchar porque debe defender su dignidad con su fracturada familia. Y levantar el peso de la vida con tus músculos, cuando el corazón suplica que pares, eso es lo más difícil del mundo.
Rocky Balboa nunca estuvo destinado a parar de luchar, como pensó en algún momento. Pero no importa, porque aguantará el entrenamiento otra vez, saldrá a correr una vez más, y la música de Bill Conti hará posible lo imposible.

No es extraño que el combate final tenga que ver más con levantarse que con pelear.
Levantarse contra todas las dificultades, pese a todos los golpes.
Levantarse, siempre, hasta el final.
Charles
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