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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Drama. Romance Jackson Maine (Bradley Cooper) es una estrella consagrada de la música que una noche conoce y se enamora de Ally (Lady Gaga), una joven artista que lucha por salir adelante en el mundo del espectáculo. Justo cuando Ally está a punto de abandonar su sueño de convertirse en cantante, Jack decide ayudarla en su carrera hacia la fama. Pero el camino será más duro de lo que imagina. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De un tiempo a esta parte, cuesta reconocer cuándo un intérprete se deja la piel o está apuntando al oro.
No es que tenga nada de malo ser el mejor en tu trabajo y esperar que te reconozcan por ello, pero si la historia del cine está llena de grandes películas es por una razón: detrás hay creadores apasionados que apostaban por lo que les removía, y lo llevaron hasta el final contra viento y marea.

'Ha Nacido una Estrella' tiene dos sólidas fortalezas tanto como dos enormes flaquezas: Bradley Cooper y Lady Gaga.
Ambos gigantescos, carismáticos, tormentosos, sutiles, emotivos y expansivos. También, por desgracia, egomaníacos, excesivos, cargantes y tan ideales en su mugritud que me creo a ratos su pose de artistas torturados en pos de su sueño, encima "maldecidos" con el don de la guapura.
Aparte, Cooper es el dueño de la función: detrás no hay nadie que sepa controlar o cortar, sino una apuesta loca al todo vale de un tipo enamorado de cómo le luce el pelo.

Mirado así, parece algo malo, pero no lo es tanto desde el momento en que, se nota, ambos han saboreado el fracaso.
Tan guapos y talentosos como son, ni siquiera Cooper pudo salvarse de una temporada en el limbo de secundario televisivo, ni tampoco Stefani Germanotta se ha resistido a meter un comentario envenenado sobre aquel productor desalmado que le recordó su perfil privilegiado de nariz.
Todo eso está ahí, y bien candente: la ausencia de triunfo es peor que el fracaso más rotundo, el "ir tirando" se convierte en la maldición de cada año, y poco queda para sostener una ilusión de la que se va a retirar hasta el propio apostador.
Jackson Maine es una estrella, adorado por las luces del flash o la escena, pero tiene el mismo vacío tras la función que Ally cantando en el cabaret más pequeño.

Ambos se reconocen como almas afines, y como la fama y el capricho es así, pronto están terminándose las letras mutuamente, o cantándose en el escenario donde todo el mundo pueda ver el brillo que desprenden.
La han conseguido, tienen esa rara química que les hace irresistibles de mirar, para los espectadores de ambos lados de la pantalla: cada uno es la parte que al otro le falta.
Para muestra queda esa canción a piano por parte de Ally, que no va dedicada a nadie más que Jack, por haberla sacado de esa invisibilidad artística que su padre no le paraba de recordar.

Entonces, casi como si se estableciera un paralelismo sutil con el interés de la propuesta, la vida de la pareja empieza a bambolearse y naufragar, a medida que los fans y productores les piden más y menos, borrando poco a poco ese cariño sincero al arte en el que parecían tan a gusto.
Quizá es parte del embrujo, pero la prueba definitiva es ver a Ally cantando sus letras inspiradas por Jack y... ¡zas!, de repente es Lady Gaga rellenando la súper comerciable banda sonora que vas a poder comprarte estas Navidades.
Hay una apuesta extraña ahí, un equilibrio insano, que muchas veces no deja respirar a la historia de dos luchadores fracasados y muestra la peor cara de los sueños empaquetados y listos para vender.

Tal vez esa era la intención, se me ocurre, porque cada nueva versión de 'Ha Nacido una Estrella' ha servido para radiografiar su época y las dinámicas de la fama entre hombre y mujer, pero sienta mal ver de repente lo artificial del escenario cuando hasta hace poco había verdaderas personas allí, regalándote una esperanza tan antigua como el comer.
La de que algún día te van a escuchar, sinceramente. Que no vas a tener que cambiar para calar entre la gente. O que, si todo te falla, aún podrás volver al principio, donde todo era bonito.
Quizá no por casualidad la canción compuesta a dúo dice "ahora estamos lejos de la superficie": inconscientemente, ambos ya sabían que no podían volver atrás.

Cuando la película roza ese ideal, es una de esas historias con final feliz, como solo son posibles en el cine.
Pero existen Bradley Cooper, Lady Gaga, y el arte solo sirve en la medida que sea rentable, así que nos quedamos a medias de que la fantasía perfecta lo sea de verdad.

Qué ironía, pero qué interesante ver cómo dos famosos talentosos juegan a desaparecer.
Será que esta historia es inmortal porque, en la vida de cualquiera, podría ser verdad.
Charles
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