El cine de catástrofes, ese difícil género.
Porque a nadie le gusta contemplar escenas de destrucción multitudinarias donde los protagonistas ni pinchan ni cortan, y tú menos como espectador.
No por nada, algunas de las mejores películas de este género tienen a Paul Newman, Steve Mcqueen, Gene Hackman y Michael Caine huyendo de los escombros, porque solo las presencias más grandes que la vida son capaces de hacerte seguir algo parecido a una historia.

'San Andrés' no es para nada diferente. Y su as en la manga se llama Dwayne Johnson, o, como todos le conocemos, The Rock (que reconozca ya que de este apodo no se librará en el vida).
Es él, y solo él, la única razón por la que todo este terremoto pasa de intrascendente a entretenido, porque sí, de nuevo es el padre divorciado en busca de su familia en medio de la catástrofe, pero sí, también tiene toda la presencia y carisma del ex-luchador, deudor de todos los héroes a lo John McLane, curritos de clase media, comprometidos siempre con su gente.
Así, desaparecen todas las deudas que la historia aqueja (falta de credibilidad, falta de emoción sustituida por infografía...) y solo queda el más absoluto disfrute.

Hay en particular una escena en paracaídas, y su conclusión, que demuestra que Brad Peyton tiene poca gana de tomarse en serio todo lo que cuenta, y eso solo ayuda.
Incluso, inesperadamente, se opta por caricaturizar a un personaje para que veamos lo malvado que es y podamos regocijarnos cuando la catástrofe le golpea en toda la jeta. Y es en ese momento, en ese pequeñito momento de disfrute, donde ya uno va incluso más relajado al acto final en el que The Rock tendrá que luchar por su familia.

Pero la prueba definitiva es esta: la historia anterior del marido, la razón por la cual se divorció de su esposa, servida sin un gramo de ironía, pero tan estúpida como se podría ser.
Y sin embargo, ahí está The Rock, construyendo dramas en el aire y teniendo éxito en el intento. El chiste se convierte en algo serio, y joder, merece bastante respeto que sea por su culpa.

El cine de catástrofes ya no tiene a Paul Newman, o a Gene Hackman, y tiene demasiada infografía sin gracia para poder impresionarnos.
Pero The Rock es digno heredero de esas grandes presencias huyendo de aquellas fuerzas de la naturaleza, qué duda cabe.