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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Drama Weronika vive en Polonia y tiene una brillante carrera como cantante, pero padece una grave dolencia cardíaca. En Francia, a más de mil kilómetros, vive Véronique, otra joven idéntica que guarda muchas similitudes vitales con ella, como su enfermedad y su gran pasión por la música. Ambas, a pesar de la distancia y de no tener aparentemente ninguna relación, son capaces de sentir que no están solas. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
'La Doble Vida de Verónica' es deliberadamente confusa.
Pese estar centrada en el eterno tema del doble, no lo utiliza para resaltar inquietudes morales o filosóficas, sino más bien para capturar el sentimiento de incertidumbre que produciría tener un alter-ego en otro lado del mundo.
Se dedica a observar a sus dos protagonistas sin corte alguno, casi como si pudieran ser una, que es de lo que al fin y al cabo se trata, inmersas en una vida corriente, en la cual están percibiendo algo extraordinario y casi aterrador.
Sea como sea, si hay que ver una protagonista durante mucho tiempo, qué buen ojo de haber contado con la hechizante Irène Jacob, llenando el plano con sus gestos sencillos, miradas curiosas y sutil sensualidad.

Véronique es la única chica que se queda cantando en el coro, mucho después de que todas sus compañeras se hayan refugiado a causa de la lluvia.
Es inocente, infantil, pícara... y por ello tremendamente comprometida con lo que ama, casi se diría con un espíritu tan alegre que resulta molesto. Le llega su gran oportunidad de destacar en el canto, y decide cogerla al vuelo, sin darse cuenta de que un fallo respiratorio podría sepultar su carrera y su vida.
No es hasta mucho después que las consecuencias de esa decisión empiezan a aparecer en su vida, y no se para a preguntarse si resistirá la presión: va a por todas, sin inmutarse, hasta el final. El fugaz vistazo a una mujer muy similar a ella en medio de una plaza hervida de manifestantes es lo de menos, cuando se tiene esa manía persecutoria de que alguien está conectado a ti, y le achacas a ese nadie el que no puedas cantar adecuadamente cuando se te exige.
Es algo terrible, el no poder desprenderse de la idea de estar siendo observado. Pero más horrible es sentir que existe un misterio en todo lo que haces, del que no llegas a ver las ramificaciones y sientes que está decidiendo tu vida.

Weronique, por el contrario, no está interesada en explotar su talento para el canto. Se contenta con la versión práctica de su pasión, la enseñanza, y acepta con mirada vacía los reproches que maestros experimentados le dedican.
Ella podría ser grande, pero decide ser pequeña: viviendo una vida anónima, centrada en lo suyo, apenas movida por el misterio que también la rodea. Las ramificaciones de ese misterio (una llamada telefónica, un extraño que invade su privacidad) parecen demasiado aterradoras como para considerar explorarlas.
Quizá por eso nunca se paró a observar aquella foto, en aquella plaza hervida de manifestantes. Quizá por eso se negó el verla detenidamente, solo por el hecho de que hay personas que huyen de lo incierto como ella, e intentan olvidarlo si de repente les sorprende en una madrugada fecunda.

Krzysztof Kieslowski habla con acertijos y adivinanzas, pero nunca nos da la última pieza para solucionarlas.
Su visión ambarina de la vida diaria sobrecoge, interesa, puede llegar a aburrir... pero nunca abandona la mente. Hay cosas en ese ambiente urbano, pequeñas señales, sospechas cotidianas, que alimentan el querer saber más, que restringen a Weronique, que impulsan a Véronique.
Ambas están atrapadas a su manera, como marionetas en manos de un dios imperturbable, que eligió manejarlas con un mismo hilo.
Y cuando por fin se ve el hilo, aunque sea un momento, solo se puede llorar por un sentimiento fantasma que se esfumó sin comprenderse.

Había alguien con quien se entendían, al otro lado de ese hilo.
Alguien que les quitaba salud mental, pero a la vez mitigaba su soledad.
Una cambiaba el orden natural del cielo, mientras que otra lo aceptaba.
Tal vez entre ambas podrían haber dado sentido a su vida, tal vez su naturaleza doble les quitó ese mismo sentido.

Interrogantes, suposiciones.
Preguntas que merece la pena recolectar, en este enorme misterio que es la existencia.
Charles
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