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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Animación. Ciencia ficción. Infantil Adaptación del libro homónimo de Judi Barrett, una parodia animada de los films de catástrofes, como Armageddon, Twister o Independence Day. El protagonista es Flint, un joven científico que sueña con inventar algo que le mejore la vida a todos sus vecinos. Tras muchos intentos consigue crear algo que realmente funciona: una máquina que hace caer comida del cielo. (FILMAFFINITY)
13 de julio de 2016
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Lo mejor de 'Lluvia de Albóndigas' está en su humor disparatado exagerado: lejos de los chistes tímidos y poco inspirados de otras, esta historia decide no dejarse ni una sola situación que pueda dar lugar a una situación incómoda o surrealista.
Es la total libertad, la que dice al espectador "síguenos si quieres" y que despierta pura simpatía desde su primer fotograma, cargado de un carisma especial y propio.

El niño Flint sueña con ser un inventor mientras su madre se encarga de velar por él, sin dejar de recordarle que ya solo la idea de serlo es especial, no importa lo que los demás le digan. Es una enseñanza que sigue teniendo bien presente de mayor, en su laboratorio exagerado hecho en el jardín de su casa, pese a que muchos de sus inventos no tienen los resultados que desearía.
Su padre ha sido más tajante con sus ambiciones: si vives en un pueblo de pescadores amantes de la sardina, tendrás que dedicarte a la sardina, porque tus sueños no te dan de comer.

Flint entonces lo reduce todo a una última intentona, la de una máquina que convierte el agua en comida para sacar a su pueblo de la tiranía del oloroso pescado, y podría decirse que a un nivel elemental triunfa, porque lo que antes era un grisáceo pueblucho olvidado se convierte en una celebridad colorida que no para de atraer atenciones y peticiones de los vecinos.
Unos piden helado, otros piden hamburguesas, otros falafel... la alegría parece haber llegado a todos, menos al padre de Flint, que observa con cierta pena como su hijo ha seguido su sueño, pero no se ha encargado de cuidarlo. Resulta muy fácil olvidarse con la animación de plastilina y la comedia imparable, pero hay un pequeño drama soterrado que no deja de crecer al mismo ritmo que lo hacen los michelines y ambiciones del malvado alcalde: si dices a todo que "sí" porque siempre te han dicho "no" corres el peligro de perder la perspectiva del valor de ambos.

Las mejores personas son de hecho las que no le exigen ni uno ni otro a Flint: su padre que pese a todo se alegra tristemente por su éxito, y Sam, la despierta reportera que se siente fascinada por su conocimiento (la que, con coleta y gafas, desafía uno de los tópicos sobre la belleza más tontos de todos los géneros, y deja un chiste inspirado por el camino).
Ellos serán los que, al final, le ayuden y se alegren por su éxito, porque le quieren por cómo es él, no por las veces que su máquina puede quitarles el hambre.

No deja de ser una historia simple, agradable y bonita.
Pero si por el camino deja claro la importancia de saber alentar a los hijos, y cuidar la calidad antes que la cantidad, bien merece la pena verla.
Charles
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