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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Ciencia ficción. Aventuras Último capítulo de la trilogía de precuelas de Star Wars, en el que Anakin Skywalker definitivamente se pasa al lado oscuro. En el Episodio III aparece el General Grievous, un ser implacable mitad-alien mitad-robot, el líder del ejército separatista Droid. Los Sith son los amos del lado oscuro de la Fuerza y los enemigos de los Jedi. Fueron prácticamente exterminados por los Jedi hace mil años, pero esta orden del mal sobrevivió en la clandestinidad. (FILMAFFINITY) [+]
15 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medida que transcurre la saga previa a La Saga casi parece claro que el final no será satisfactorio.
Un Anakin lejos del ideal es el principal causante, pero sobre todo pesa la total falta de personalidad propia que hace que se llegue al final sin apenas expectativa.
Narración morosa mediante, nada parece capaz de salvar lo que una vez fue increíble.

Entonces comienza el 'Episodio III', el que cierra el círculo, y no se puede cerrar los ojos.
Un rescate desesperado de dos caballeros Jedi en busca del Emperador es el detonante: Anakin y Obi-Wan se las ven con droides, villanos y robóticos villanos en la perfecta mezcla entre narración y emoción. Casi parecen otros, y el niñato chillón con McGregor encorsetado desaparecen del recuerdo. Esto ya si parece algo más a la legendaria relación entre dos buenos amigos de la que hemos oído antes, como su manera de cubrirse las espaldas pase lo que pase demuestra.
Aún más, ambos dos resultan interesantes, sin necesidad de recordar constantemente que van a ser otros, que era el error central de anteriores historias. Se construye desde cero, y se gana en todo.

Hasta la relación de Anakin Skywalker con su creciente agresividad y determinación a sangre fría es cada vez más siniestra, como deja intuir esa muestra de odio lejos de la mirada de Obi-Wan.
El Emperador ha logrado infiltrarse en todos los estratos políticos, amenazan con imponer su versión de "Paz". Pero la conquista más siniestra, más gradual, es la que hace en el corazón de Anakin, con voz calmada y para nada reveladora. A la luz de una ópera ominosa, refugiado en la oscuridad del palco, hace saber (nos hace saber) que tiene el secreto para que el sufrimiento no logre arraigar en el corazón del Jedi, mientras cuenta una leyenda que se confunde con lo que podría ser su propio pasado.
Sus palabras resuenan en la mente de Anakin, y no le dejan descansar por la verdad que pueden encerrar. Comprendemos por primera vez a alguien que era imposible comprender antes: su corrupción no es causada por lo que es, sino por lo que puede llegar a ser, un miedo que todos hemos compartido.

A su alrededor, se desmorona un sueño, uno que ya sabíamos que fracasaría pero que aun así deja su huella poco a poco: sentimos la impotencia del Bien al que el Mal gana la partida en cada sentencia de la Orden 66.
¿Quiénes permanecerán? Solo los justos como Yoda u Obi-Wan, idealistas que creen imposible la destrucción de todo lo que han construido, pero que una vez contemplada saben que deben afrontar las consecuencias. Podrían ser héroes, aunque solo sean dos Jedis haciendo frente a lo inevitable.

Sabemos de la confrontación final entre Anakin y Obi-Wan, una que refleja otra que tendrá lugar muchos años después (o muchos años antes), y que alberga la clase de ferocidad que solo tienen los afectos mal correspondidos. Si los Jedis solo usan su sable láser para la defensa, no parece que ambos lo hagan en ese infierno moral y físico de Mustafar.
Durante un segundo, cuando Obi-Wan menciona que eran hermanos, uno cree mirar más allá de la mirada de odio de Anakin y ver a aquel chico de Tatooine, preguntándose cómo han llegado tan lejos. Pero es solo un segundo.

El ataúd en forma de traje metálico espera, y Anakin Skywalker solo mirará el mundo a través de sus visores rojo sangre.
Una inconfundible respiración cierra el círculo de la caída en desgracia, mientras se asientan los cimientos de otra historia, La Historia, con el sentir agridulce de la esperanza que permanecerá durmiente, a la espera de tiempos mejores. Casi sentimos como si hubiera desaparecido alguien que conocíamos.

Es entonces cuando se justifica el largo camino para llegar hasta aquí, al lugar en el que las cosas cobran sentido.
Si existe la Fuerza, se podría notar que el equilibrio ha sido restablecido, siendo esta la otra cara de la moneda de aquel viaje del héroe, en la galaxia muy, muy lejana.

Pero eso es otra historia. Precisamente, La Historia.
Charles
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