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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Drama. Fantástico Barbara Thorson se esfuerza por salir adelante en su vida y para ello escapa a través de la fantasía. (FILMAFFINITY)
26 de marzo de 2018
26 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
De niño, gané batallas junto a mi pelotón, a través de cuevas interminables donde monstruos de ojos brillantes nos perseguían sin cesar.
Jugábamos en mi garaje, corriendo de los coches que se acercaban, pero nos era suficiente para ignorar a esos niños mayores del patio con los que no queríamos estar.

Algo parecido le pasa a Barbara cuando habla de los gigantes a los que se tiene que enfrentar.
Su cacería, apasionada y metódica, nos impacta desde la primera escena, y la magnífica interpretación de Madison Wolfe no deja lugar a dudas: vivimos en peligro constante de ser arrasados por esas criaturas a las que ella se enfrenta valientemente.
Parecen tomar forma de tornados o terremotos, pero no nos engañemos, existen y tenemos suerte de que sólo asomen la cabeza de vez en cuando.

En el fondo, tú como espectador te crees que estás viendo un juego infantil, pero… ¿no se ha movido esa figura rozando las copas de los árboles? ¿el mar no se agita revelando una forma colosal entre las olas?
De entre los muchos aciertos que elige esta adaptación, el primero y más importante es plasmar plenamente la misión de su protagonista: vemos gigantes ocultos a plena vista, amenazando a personas sin conocimiento de su existencia, demasiado peligrosos como para que Barbara no diseñe miles de trampas que le llevan más tiempo de preparación que verdadera efectividad.
Sólo así pasamos por alto esa incómoda realidad latente, que se va revelando en pequeños detalles, o en conversaciones con la única adulta con ganas de ayudar, por la cual Barbara es una chica algo solitaria, que se pasa demasiado tiempo en el bosque y responde a sus abusivas compañeras sin miedo alguno.

La cacería pasa a ser entonces violenta y desesperada, mucho más que un simple juego, sino casi una necesidad de supervivencia, un ancla con la cual Barbara se planta ante todas esas personas que la dicen qué hacer o qué sentir, y a la hora de la verdad lloran por tonterías, inconscientes de que se acerca un Titán para hacer trizas el mundo que conocían.
No hay ni una pizca de bonita fantasía en la lucha: la lealtad de su nueva amiga Sophia no resiste la fuerza autoritaria de otra giganta a la que hay que derrotar, la psicóloga Mrs. Mollé habla de familia sin tener en cuenta que todos morirán, y Barbara, aunque nadie se lo vaya a agradecer, se ha empeñado en que a todos va a salvar.

De repente, no parece haber mucha diferencia entre los gigantes y la soledad.
Ambos son amenazas oscuras, colosales, que se acercan sin que nada las pueda parar, y en algún momento hay que enfrentarlas.
Pero Barbara llegó, sin darse cuenta, a esa edad en la que quedan pocas victorias que reclamar, y cualquier arma le parecerá insuficiente ante la lucha que hay por delante.

A veces se pierde.
Ese es el doloroso y calmado mensaje de esta historia, mucho más real de lo que te podrías pensar.
A veces, toda la preparación y todas las armas que podamos reunir no son suficientes, a veces golpeamos y somos nosotros los que nos quedamos inconscientes.
(No parece haber nada de malo en ello)
Si algo nos enseñan las batallas de infancia, es que se puede ganar o perder, y aunque en ningún momento vayamos a perder mientras nos quede el aliento de lo imposible… tarde o temprano nos tocará aprender.

Daremos la mano a todos los gigantes que hemos derrotado, y comprenderemos que no eran tan horribles como los hacíamos ser.
Y, al final, les susurraremos que ya está, que seguiremos adelante, que todo está bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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