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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Comedia. Intriga Steven Kovacs es un joven que acaba de romper con su novia y que pretende instalar en su casa un servicio de televisión por cable de forma gratuita. Pero Kovacs se encuentra con un instalador un tanto peculiar, que busca incansablemente un amigo con el que compartir su vida. Desde el momento en el que el "Chico del Cable" entra en casa del protagonista, intenta adentrarse en la vida de éste hasta arruinársela... y poco a poco se va ... [+]
20 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por hacer el símil fácil:
Cuando uno va a ver el nuevo monólogo de su comediante favorito, se espera que repita alguno de los chistes.
Si uno apuesta a las carreras de caballos, sabe perfectamente qué va a pasar, y ojalá alguna de los caballos tenga el suficiente poderío como para que merezca la pena la carrera.
Y si uno se pone a ver una de esas películas de los 90 aquejadas del “Ciclón Carrey” sabe lo que le espera, por mucho que lleve distinto disfraz.
Las cuentas claras.

‘Un Loco a Domicilio’ no es infame ni magnífica, simplemente es… esperable.
La historia de un instalador del cable (magnífico animal urbano antediluviano a estas alturas de siglo) que un buen día decide hacer migas con su cliente, y a Matthew Broderick le toca la papeleta de ser el payaso triste de Carrey.
Las primeras extrañezas llevarán a las primeras molestias, las primeras molestias a los primeros problemas, y estas a las primeras putadas.
El argumento es sota-caballo-rey, correctamente servido, mil veces visto.

Ahora bien, está el “Ciclón Carrey”.
Un hombre a unas muecas pegado, un tespiano que no puede salir sin torcer el gesto, un camaleón al borde de la esquizofrenia que no deja pasar tranquila una escena.
Únicamente por él y sus constantes salidas de tono la historia pasa del “meh” al “no me puedo creer que esté haciendo esto”.
Que se dice fácil, pero en la práctica no lo es tanto.

Así, en este mediocre recorrido por las incomodidades amiguiles del currito común, podrás llevarte un karaoke casi psicodélico gracias a las muecas del Ciclón, un juego de baloncesto gilipollesco a morir (con Jack Black como sufrida víctima) y una pesadilla persecutoria que casi lanza todo el conjunto al humor surrealista mejor ejecutado.
Todas estas, cosas que serían menos que nada de no ser porque detrás estaba aquel comediante, estoy seguro de que creyéndose de verdad que tenía que ser la peor persona que puedas encontrarte.

Luego dirán que no tiene talento.
Pero, como dije antes, muchas veces apuestas a un caballo y, aunque no gane, “joder, qué bonita carrera le ha quedado”.
Pues eso.
Charles
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