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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Comedia. Intriga Años cuarenta. C.W. Briggs (Woody Allen), considerado el mejor investigador de una compañía de seguros de Nueva York, se lleva fatal con Betty Ann (Helen Hunt), una implacable ejecutiva que ha venido a optimizar los recursos de la compañía y que, además, está liada con el jefe (Dan Aykroyd). Para celebrar un cumpleaños, los empleados de la empresa acuden a ver un espectáculo de magia, en el que C.W. y Betty Ann se someten a una sesión ... [+]
20 de mayo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta podría ser una historia de detectives.
Podría serlo, el típico folletín de misterio con título rimbombante, que encima tiene un espléndido cartel a juego perfecto para ser la portada de su propia novela.
Pero la cosa es que sigue los pasos de CW Briggs, nada que ver con los detectives impolutos de mandíbula cuadrada, que te resolvían el caso antes de comer y el resto del tiempo lo pasaban pelando la pava con la infaltable señorita que caía rendida a sus pies.

En 'La Maldición del Escorpión de Jade' parece que Woody Allen celebra un juguetón giro de 360º respecto a ese esquema, burlándose sin piedad de los eternos misterios que realmente el espectador ya había adivinado a mitad de leerlos, sino antes.
De hecho, ni siquiera es detective pese a su sombrero y gabardina, solo es un sencillo investigador de arte robado que necesita de la aprobación popular en su agencia, como recalcando ese puntito de egoísta autoestima que siempre asomaba en los protagonistas de aquellos folletines que parodia. Siendo así, es lógico que la única persona de la oficina que se lleva sus más puntiagudos comentarios sea Betty Ann, para nada dispuesta a pasar por el aro de adoración perpetua que todos le dedican.
Allen y Helen Hunt son el ying y el yang más absoluto en una historia donde los demás son monigotes, y por eso nos parecen tan atractivos: el duro macho que resuelve misterios muta en alimaña egocéntrica y la sensible heroína en ejecutiva amargada, sin perder nada de frescura porque ninguno de los dos se cede un respiro.

Pero aunque los protagonistas no sean los mismos, la naturaleza del misterio sí lo es, en forma de joyas convenientemente sustraídas, día sí día también, de cada casa donde CW revisó el sistema de seguridad. Nos explota en la cara su resolución, sin embargo: sabemos desde el principio que es el propio CW el que, bajo el influjo de un taimado hipnotizador, comete esos crímenes sin poder hacer nada para evitarlo.
¿Entonces donde está la gracia? Quizá no tenga que tenerla. Quizá esté en el rancio detective y la implacable Betty Ann. O quizá es que Woody Allen intentó de todo corazón ponerse a escribir un misterio y se dió cuenta que le interesaban más las inseguridades y líos de los aparentemente carismáticos protagonistas, sabiendo que el misterio se resolverá solo, o que incluso a nadie le importa.

Sea como sea, no puede tener más razón, porque uno no sabe si reír o apenarse ante CW y Betty Ann, hipnotizados sin remedio para quererse, pero constantemente peleados cuando se ven fuera de su trance. Un extremo de emociones con nada que ver con su jefe común, al que parece importarle poco o menos fugarse como amantes con Betty Ann o quedarse con su esposa, o con la sensual 'femme fatale' que CW se encuentra siguiendo el caso, que tanto le da acostarse con él o despreciarlo sin piedad.
Allen parece destacar, o incluso denunciar a la chita callando, que debe ser bastante triste tener verdaderos sentimientos por alguien, y callarlos porque se vive en un mundo de personajes unidimensionales de barata novela de misterio. Ya nos hemos olvidado de qué iban los robos, y hasta empezamos a dudar de si el verdadero misterio no será si CW y Betty Ann acabarán juntos o tirándose los trastos a la cabeza.

Así las cosas, casi mejor no despertar de la hipnosis, y seguir viviendo en ese mundo unidimensional, con un sentimiento unidimensional de amor bobo, bajo la excusa de que se sigue hipnotizado.
Porque incluso el sueño es a veces mejor que la realidad. ¿O será que el sueño que se crea uno se torna realidad si se cree lo suficiente?
Bonito misterio final para una historia que no quería serlo.
Charles
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