Vale, es una película """infantil""".
De acuerdo, no hay que buscar más de lo que hay, o pedirle peras al olmo.
Pero una buena historia debería atrapar, o como mínimo, entretener a los que la ven, independientemente de si son niños, adultos o perros. Y el adjetivo """infantil""" no puede ser más rancio que cuando se utiliza para defender algo indefendible.

'Hotel Transilvania 2' es el particular pacto con el diablo de Genndy Tartakovsky, por lo visto.
Un amable hueco que llenar con su increíble talento para los trompazos, gestos y muecas, mientras seguramente saca adelante otros proyectos más recompensantes desde el punto de vista artístico.
La gran pregunta sería por qué no complementar la historia también, en vez de dejársela a un mandril que se dedica a recolectar chistes caducos agravados por el nefasto doblaje, moralinas rancias y situaciones pobretonas.
(Ah, que el guionista es Adam Sandler con otro tipo que le ayude a juntar dos párrafos seguidos, entonces se entiende...)

El caso es que, más allá de esa pregunta a responder, lo que queda es calamitoso: un empalmado de bromas tímidas a costa de los monstruos clásicos, enmarcadas por una soberbia animación que es capaz de hacerte olvidar, por un segundo, que estás viendo algo muy, muy flojo.
Sí, hay algo que rascar en el hecho de que Drácula no acepte a su hijo tal y como es, empeñándose en que sea algo que le recompensaría su maltrecho ego, y la consiguiente interacción entre familias tiene una ácida defensa de las parejas interraciales que merece la pena remarcar... pero todo se disuelve entre chistes que buscan la carcajada momentánea más que la sonrisa duradera.

Se plantean los monstruos que si su repentina popularidad no ha matado su legendaria fiereza.
Y, qué casualidad, me suena al mismo dilema al que se enfrento Tartakovsky al poco de echar la firma en el contrato de Sony Pictures Animation.