Poe siempre ha sido difícil de adaptar.
Más que relatos convencionales, el autor siempre escribía relatos al borde de la locura, de bordes ambiciosamente surrealistas, y nunca específicamente detallados. Eran casi ensoñaciones que se percibían como percibía el lector.
'Stonehearst Asylum' no es tan ambiciosa, pero algo cerca de esa línea consigue.

Primero, porque rinde cierta devoción a la locura.
Entendida, no como una tara social, sino como un estado más avanzado de la mentalidad, uno en el que una persona no se siente reprimida por las convenciones sociales, ni debe actuar según las normas. Peligroso decir eso, sí, pero acertado también.
El equilibrio entre esos dos adjetivos es sin duda lo que le da su toque a esta historia.

Sin revelar demasiado, el dr. Edward Newgate llega al Asilo Stonehearst.
Allí se encuentra un paisaje donde el loco convive con el resto de doctores, sin ningún tipo de represión o sistemas bárbaros, como no para de decirle el Dr. Lamb, que dirige el lugar optando por la libertad antes que por el encarcelamiento. Un lider carismático, bajo el cual los argumentos del "loco peligroso" no sirven.
El Asilo Stonehearst es el último reducto de libertad en una Inglaterra represiva que elige encerrar a sus problemas y apartarlos convenientemente.

La sensación de extrañeza al borde de lo surreal característica de las historias de Poe se apodera de la historia, porque, obviamente, hay más de lo que se ve a simple a vista.
Entre los pacientes, está Eliza Graves, que también presenta un debate interesante: probablemente la más cuerda de todos, pero aun así encerrada por no ser capaz de plegarse a las directrices de su vida matrimonial. Tocando un piano eternamente como consuelo y evasión.
Tampoco tiene tanto protagonismo para darle el subtítulo de la película, pero probablemente sea el personaje que mejor representa la realidad del Asilo: que no hay locura, todos somos locos en nuestro propio objetivo, y lo demás son normas sociales que desaparecen en cuanto se deja que lo hagan.

Probablemente bastante más desaprovechada de lo que parece, pero con un buen elenco de actores y una ambientación lograda, esta historia gótica consigue acercarse ligeramente al tono de un Poe que, no lo olvidemos, siempre quiso dar relevancia a las desviaciones de la mente.
Que mejor manera hay de celebrarlas que concibiendo que hay tantos matices en las de cada uno como para que realmente importen.