Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Terror. Acción. Drama Un autocine es en realidad, una trampa del Gobierno para atrapar a los revoltosos Car Boys (y demás escoria indeseable) y retenerlos allí. Así la sociedad se verá libre de los jovenes rebeldes que la incordian. Una vez dentro, y mientras completa el acto sexual con su novia, a Crabs le roban las ruedas del coche de su padrastro. El dueño del autocine, el siniestramente anodino señor Thompson, les informa que no hay manera de conseguir ... [+]
9 de mayo de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué les pasa a nuestros jóvenes?
No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres. Ignoran las leyes. Hacen disturbios en las calles inflamados con pensamientos salvajes. Su moralidad decae.
¿Qué será de ellos?”
- Platón

Siglos después de esa afirmación (e incluso décadas después de esta misma película), no parece que estemos mucho mejor.

'Campo de Exterminio' es una cinta fácil de desechar, o por así decirlo, tiene un solo uso.
Su estética puramente ochentera y sus exageradas actuaciones podrían ser la perfecta excusa para tirarla a la basura, pero tiene su recompensa ver que más allá de todo eso, y como todas las buenas historias de futuro imperfecto, tiene mucho que decir.
Nada más, y nada menos, que una fábula inesperadamente siniestra y cruda sobre las hordas que se quedan atrás del mal llamado progreso: los jóvenes.

Un futuro de industrialización sin horizonte nos recibe, bandas violentas han tomado las calles, Rambo invade Rusia en los cines (una minúscula prueba de una realidad cinematográfica que se apresura a retratar a la sociedad que la engendra), la ley se lava sus pringosas manos en la justicia...
Problemas habituales para Jimmy "Crabs", que ignora todas esas señales de decadencia mientras continúa su rutina de ejercicio, como una costumbre que asegura su supervivencia en un entorno abiertamente hostil.
No importa lo mucho que su madre le recuerde la inutilidad del ejercicio ("eres pequeño Jimmy, como tu padre"), o las peligrosas bandas a las que se enfrenta su hermano desempeñando su trabajo, para él, como para todos los jóvenes, todo se consume en matar el tiempo, sin necesidad de tomarse nada en serio.

Entonces llega la noche de cine junto a su novia Carmen, otro pasatiempo para una juventud que cada vez los necesita más simples y descerebrados.
Por si las sutiles señales de encerrona no nos han convencido (valla electrificada, robo de neumáticos), la mañana siguiente lo deja claro: los jóvenes que allí se encuentran son "amablemente" invitados a quedarse, con la promesa de diversión infinita, comida rápida y duradero entretenimiento.
Jimmy empezará a buscar una salida, lo más lógico, con el ejercicio como anclaje de cordura, pero vemos también como los tirados de su alrededor no ven problema en esa estancia indefinida.

La distopía levemente apuntada de su inicio encuentra asiento en una realidad quizá demasiado bien retratada, con la que no nos extrañaría encontrarnos algún día.
Hombres vagos, criminales, caraduras, se amontonan en infinitas filas de podredumbre moral, sobreviviendo ociosamente, preocupados por minucias que tienen que ver con la imagen social o la pureza racial. Las mujeres se hacinan en los baños comunales, casi convertidos en vestuarios, preocupadas por su manicura y peinado, exhibiendo sin pudor su desnudez como falsa imagen de una belleza corrompida. Los autos se convierten en hogares improvisados, féretros de metal y entusiasmo, pequeños infiernos de convivencia y libertinaje; una retorcida versión de lo que se puede ver en cualquier festival de música actual.
El gobierno se dió cuenta de que la mano dura ya no tenía efecto, y ha encontrado la perfecta prisión para unos cerdos satisfechos, que ven en el letrero del autocine una casa que nunca tuvieron, antes que un símbolo de represión y conformismo.

Jimmy es el único lo suficientemente preocupado como para temer ese letrero y querer derrotarlo, y eso, más que la alentadora historia de una resistencia, parece una triste sentencia de futuro: es horrible que solo uno de muchos sea capaz de ver la trampa de toda una generación, mientras otros tantos intentan convencerle de que se trata de un mal necesario.
A los demás les basta con diversión todas las noches, sexo, alcohol, y una denuncia (la creciente población asiática) que de vez en cuando les agite las neuronas del inconformismo, sin pararse nunca a pensar en el verdadero problema.

Las generaciones futuras, en un resumen tan ochentero como eficaz.
Ojalá nunca acaben en un autocine prisión, pero que la mera posibilidad consiga convencerte bien merece reivindicar esta película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow