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España España · Madrid
Voto de Charles:
3
Fantástico. Western. Ciencia ficción En un mundo extrañamente parecido al nuestro un cowboy de nombre Roland Deschain de Gilead persigue a su eterno enemigo, "el hombre de negro". Roland, solitario, quizá maldito, anda sin descanso a través de un paisaje triste y abandonado. Conoce a Jake, un chico de Nueva York pero venido de otro tiempo, y ambos unen sus destinos. Ante ellos están las montañas. Y mucho más allá, la Torre Oscura... Adaptación de la saga literaria de Stephen King. (FILMAFFINITY) [+]
22 de agosto de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza a ser un mal demasiado común el ansia por la franquicia interminable, a veces sin haber plantado ni una sólida raíz que justifique el esfuerzo.
La cosa no basta conque haya mundos imposibles, ni enfrentamientos épicos, tampoco espectáculo gigantesco, mucho menos importa el posible material preexistente: son los personajes y el guión, los personajes y el guión, los personajes y el guión (tengo la esperanza de invocarlos si los repito tres veces).
Con un guión interesante tienes algo, sin unos personajes interesantes no tienes nada.

'La Torre Oscura', sin vergüenza ninguna, olvida que alguna de esas dos cosas aporta, y sigue adelante como si pudiera solucionarlo por el camino.
Así, empieza la historia del adolescente Jake Chambers sin que nos importe, continúa encontrándose en un mundo más allá de este con el pistolero Roland Deschain sin que se me mueva una ceja, y ambos se dirigen a frustrar los planes del Hombre de Negro por tumbar la Torre del título, sin que apenas les haya conocido.
¿Qué está en juego?
Una esquemática venganza personal de Roland (sosa a más no poder), la supervivencia del crío en cuestión (que podrían tirarle de un barranco y me daría igual) y "el destino del universo"; algo tan vago, tan mal explicado y tan rematadamente típico que te sorprendes pensando que, cuanto antes pase, mejor.

No he leído ni uno de los libros de Stephen King, pero creo que no hace falta hacerlo para apreciar el destrozo pasivo que se ha hecho de su obra: algo que gritaba western crepuscular con toques fantásticos se ha transformado en una fantasía juvenil, con Idris Elba de incómodo espectador, y Maconajiú como malo remalo sobreactuado que en otros tiempos no necesitaría un actor de Oscar.
El enfrentamiento entre Bien y Mal se reduce al absurdo, saqueando de King la habilidad de "el resplandor", que al parecer "sirve" para derribar la Torre Oscura, y miles de niños son atados a sillas por el Hombre de Negro, tratando de conseguirlo: ni comiéndose corazones de bebes en mostaza se conseguiría un punto argumental más ridículamente malvado y gilipollas.
Por no mencionar que Roland Deschain es el supuesto "héroe" más inútil que he visto en tiempo, porque Idris Elba se cree que sigue en alguna versión buena de este truño, e interpreta como si el asesinato de su padre fuera un trauma a tener en cuenta, cuando hay un ELEGIDO (maldita manía), verdadero protagonista, al que tiene que explicarle cosas como buen comparsa que es.
Por si acaso no bastaba eso, convertirle en bufón fuera del agua en la Nueva York actual basta para hundir su triste intento de vaquero (que ni sombrero tiene, porque para qué).

Aunque más cabreante que contemplar lo que ha acabado siendo es contemplar las ruinas de lo que pudo ser: encuentros con demonios acechantes, el siniestro perfil de la Torre en el horizonte, referencias a un terrorífico payaso de otro mundo de King... aquí había una buena historia, de esas que quedan en la memoria, y nadie la ha querido sacar.
No era muy complicado hilar una posible historia de maduración al conjunto, en la que una habitación llena de dibujos de pistoleros, hombres de negro y torres, imaginación desbocada y cruda, es la misma arma que puede acabar con un universo de dimensiones infinitas, mientras el "mundo real" sigue ciego a la evidencia de que la fantasía existe, y los hombres malos ganan la guerra gracias a la incredulidad adulta.
Pero tal como está, se te olvida al salir del cine, y el intento de crear química entre Jake y Roland sería bienvenido si no fuese tan triste: solo un guionista que repite cada dos por tres un mantra sin darle peso en ninguna escena ha olvidado realmente el rostro de su padre.

Allá va otra cruzada mítica, y allá van más monigotes que nadie quiere ver: ingredientes cansinos de otra saga veraniega hecha a desgana, sin más motivo para hacerla que tener los derechos de su equivalente literario.
Ni tu aburrimiento más feroz será capaz de superar al que tenían los que la han ejecutado.

Y es que es difícil, que lo que se hace por hacer acabe saliendo bien.
Charles
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