Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Terror Cuando una joven monja se suicida en una abadía de clausura en Rumanía, un sacerdote experto en posesiones demoniacas y una novicia a punto de tomar sus votos, son enviados por el Vaticano para investigar. Juntos descubren el profano secreto de la orden. Arriesgando no solo sus propias vidas sino su fe y hasta sus almas, se enfrentan a una fuerza maléfica en forma de monja demoníaca, en una abadía que se convierte en un campo de batalla ... [+]
30 de septiembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una novicia pura, virginal como la nieve recién caída, que lleva un hábito blanco para que eso no se te pase por alto, merodea por una abadía vejestoria, plena de pringoso mobiliario y hondamente oscura.
Por si los sobredimensionados Cristos crucificados puestos a cholón no fueran suficiente, un espíritu merodea por las sombras, iluminadas con cuatro velas a punto de consumirse.
Es entonces, cuando la chungimonja ATACA SUBIENDO EL VOLUMEN, AGARRANDO LA CÁMARA PARA SU PRIMER PLANO Y CORTANDO A MACHETAZOS EL SUSTO, para que no nos enteremos de una mierda y nos preguntemos si el corazoncito nos sobrevivirá a otra como esta.

Me sorprende que alguien esperara de 'La Monja' algún tipo de terror sofisticado.
Es más, me sorprende que James Wan, Corin Hardy y acólitos hayan optado por todo lo contrario y, sabiendo que la saga 'Expediente Warren' ya tiene el prestigio, se hayan ido a la Rumanía más profunda para divertirse con topicazos exagerados al gusto.
Porque lo mejor de este supuesto capítulo en un tapiz más grande es que sube el nivel de obviedad siniestra hasta la casi autoparodia, pero nunca relaja la seriedad suprema de lo que está contando, como una Scary Movie que se acordara a medias de que tenía que dar miedo.

El resultado me parece una maravilla: una serie B trepidante y excesiva, con unos aires de trascendencia absurda, que en el fondo disfruta de ser un potaje de terror europeo plagado de cruces y demonios arcanos.
Un tren de la bruja, ni más ni menos, que si rebajara un poco el ritmo caería a plomo, pero nunca lo hace porque detrás tiene un equipo de diseño y maquillaje bien currante.
Sabe bien de vez en cuando encontrarse con una película de terror consciente de sus personajes de chichinabo, esforzándose para hacerlos (hacerte) pasar el peor rato de su vida: había una vez que algunos hoy venerados "clásicos" supieron eso, tú lo sabías, y a nadie le importaba con tal de que los bichos fueran buenos.

Así pues, mandados nada más y nada menos que por el Vaticano, los monigotes de cura investigador e inocente novicia se dirigen a donde el valle de las sombras, allá en el castillo/abadía de Drácula, donde el simpático Franchute les ejercerá de supersticioso pueblerino, alivio cómico y maromo mojabragas, todo en uno (en serio, si había alguna evidencia de que esto se decanta por la juerga, solo hay que prestar atención al personaje llamado como tópico de nacionalidad).
Hete aquí que la abadía es una maravilla satánica: un gigantesco coloso mortuorio donde los suelos rezuman sangre de sacrificios del ayer, madres superioras se aparecen acusatorias tras velo negro de almas en pena, cadáveres se ocultan en los recovecos de espantosas catacumbas silenciosas y un infinito cementerio de lápidas viejas alfombra el camino hasta la entrada. Por no mencionar la cantidad salvaje y exagerada de crucifijos clavados en cualquier lugar de la escenografía, listos para volverse en cuanto la cabrona del hábito negro asome el gepeto.
Por si hacía falta decirlo, me parece una inconsciencia admirable y capulla que la sugestión esté fundida antes de empezar, y el director no se haga la picha un lío con eso: has venido a ver el MAL.
Así que toma MAL, a paladas, sin descanso, a la vuelta de la esquina, por arriba, por abajo, en cada icono cabrono o hermana enlutada merodeando al fondo del pasillo.

Podría pensarse que la cosa deja de tener su gracia en algún momento, pero no, porque desenvolver el misterio de la Sór Dida conlleva una infinita serie de gilipuertadas progresivamente más chaladas que culminan en hallar (oh my god) la Sangre de Cristo, desatando la locura por bandera y con miedo ninguno a dejar que se expanda.
Por no mencionar, claro, que entre trauma compartido de personajes taciturnos (eh, que me sé yo que la crisis del niño poseído la habéis metido para tener otro muñecajo con el que jugar) sobresalen estampas de puro espanto gótico, como esas monjas sin rostro cercando el pasillo en formación o Valak surgiendo del agua cual único Dios en tierra miserable.

Porque esa es otra, añade cierta diversión imaginarse que en esto se ha volcado cierto grado de metáfora sobre una Iglesia acalladora de oscuros secretos, recrudecida en su fe aislada y hambrienta de naturalezas ingenuas de novicia o inestables de cura en crisis.
No deja de ser un apunte sabroso y leve pero, ¿qué sería de las ficciones, incluso de las más locas, si no pudieran teorizar sobre las realidades que tocan?

Aún me acuerdo de cuando las películas de terror eran tan raras como esta y se esforzaban en lucir cada céntimo gastado, en lugar de ser solemnes sin material para ello, o depender de bichos que no se ven hasta el final porque no hay dinero.
Bravo por haber tomado este atajo rumano, cafre y desastrado, porque no solo de "estudios de personaje" viven esas criaturas que deambulan por la noche.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow