Pantoja tiene (de acuerdo a las expectativas de dicha sociedad) lo que se podría llamar una vida placentera y hasta envidiable. Tiene una mujer que lo quiere (al final de la película ya tiene una familia nuclear), un trabajo que ama, es joven, apuesto, disciplinado, eficiente y dinámico. Pero si es verdad que, como dicen por ahí, hay quienes nacen para mandar y quienes nacen para obedecer, Pantoja ha decidido obedecer y así se siente cómodo. En ningún momento muestra señas de rebelión, sólo de duda. La duda provocada por la colombiana (que, off the record, está como quiere). La única mancha (?) en un expediente que hasta ahora era impecable a los ojos de... sí, de esa maldita sociedad. Y cede a la belleza física de esa marginada; que ahora se mueve de manera legítima dentro de su esfera (laboral y luego afectiva). De hecho él la solicitó y termina interesándose por ella de manera sincera y completa. Si alguna vez se enamora, no es algo que se deje en claro (quizás, quizás no), pero sin duda nace en Pantoja una pasión nueva y poderosa (sí, la flama del encendedor). Sin embargo, la colombiana desaparece, de manera accidental ya no está. Y las cosas terminan siendo iguales en el exterior aunque el interior se hayan modificado profundamente para varias personas, las visitadoras por ejemplo. Por eso hay más metraje después de la muerte de la colombiana, sí amigos, no se trata del amor imposible de un correcto oficial del ejército y una sensual prostituta que sólo quiere un poco de cariño. Se trata de Pantoja, se trata de un individuo dándose de frente con su individualidad.

Iglesia, el ejército, los medios de comunicación, la familia. Instituciones que tienen intereses particulares y que ven por ellos en todo momento, que se encuentran y relacionan en diferentes formas según sus situaciones específicas. Los individuos se tornan elementos más o menos importantes en esas ecuaciones según sea el caso. El problema de Pantaleón es que es demasiado "bueno". Demasiado bueno en su trabajo ("eso puede asustar a cualquiera"), demasiado buen ciudadano; es demasiado para una sociedad corrupta. Y por ende, termina en el rincón más apartado del Perú (ja-ja gran comedia no?). Al final lo único que obtiene Pantoja es esa molesta llama manchando un expediente casi impecable, según una sociedad asquerosamente hipócrita.