No nos vayamos de la olla, la historia de la vida del personaje que interpreta Gregory Peck no es excepcional, no da más que para una película normalita, regular regulera, por mucha tensión que el director pretenda imponer en algunas subtramas que además no acaban de ser decisivas. Por suerte, creo que he visto una versión recortada de la original, suerte que no me he metido entre pecho y espalda más de dos horas de una vida muy normal, sin más aliciente que ver la vida pasar y sortear los pocos peligros que amenazan a esta familia estadounidense.

Mi vida es gris, aplastado por el sistema, en pleno S.XXI, no me (nos) queda otra que seguir la corriente y esperar que no nos pisoteen demasiado. Respirar algo de libertad de tanto en tanto (o al menos vivir con esa ilusión) y creer que estamos haciendo lo mejor para nosotros y los nuestros. Pues bien, es exactamente lo que le pasa a este hombre, con la mediocridad añadida que habiendo vivido una guerra (y confiesa haber asesinado a un "enemigo" para llevarse su abrigo...) no es capaz de hacer otra cosa que seguir una vida alineada. Mata, sufre, como nunca, incuso tiene un hijo extra, y una vez en el país de la libertad prefiere permanecer en un segundo plano cuando es posible promocionarse a nivel laboral. Primero la familia, claro, cuestión de valores.

Lo repetiré: cuestión de valores. Y una vez pasa el tiempo estás cada vez más seguro que hiciste lo correcto. O no, se te llena el alma de dudas y piensas que has perdido el tiempo y te equivocaste. Caramba; ¿quién nos ha robado el mes de abril?; y que nadie diga que ha sido el Covid-19!!! No!!! El culpable es el sistema!!!