He puesto en el título de mi crítica lo que realmente pienso que sintetiza mejor la extraña película "París, Texas", tan extraña como esto precisamente que se lee, que haya un lugar llamado París en el el desierto de los USA, extraña película porque su personaje principal es un ser humano extraño que apenas suelta alguna palabra en los primeros veinte minutos, porque Travis esconde algo que desconocemos hasta que no se suelta y en definitiva una película extraña porque parecía mala y aburrida y finalmente me ha arrancado con todo merecimiento un notable. Ese hombre barbudo y callado del principio tiene mucho que hacer y decir, y para ello Win Wenders le da su tiempo, demasiado quizás, es lo que piensan algunos y así me ha parecido a mí también en algún momento.

Puede que le sobre media hora, pero también es cierto que cuenta con una escena final única en la que en esos 20/25 minutos se produce un despliegue memorable de lirismo, de tristeza, de vida misma. Ahí es cuando entendemos muchas cosas, cuando conocemos hechos de dentro y de fuera del personaje Travis, ahí es cuando el que firma la película juega su última carta, ganadora sin paliativos, y nos deja con la boca abierta. Porque la historia de Travis y su matrimonio fallido es más bien común, a patadas hay dramas como el suyo, pero hay que saber explicarlo, hay que saber ponerlo en una bandeja y ofrecerlo así, como hace Wenders, para que algo se remueva dentro del espectador y no pensemos que nos da igual.

Una historia normalita, de acuerdo, pero qué manera de explicarlo, de menos a más, una "road movie" como una casa, con el gancho incuestionable que supone querer saber qué queda detrás de Travis, un personaje capaz de transmitir muchísimo interés.