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Voto de Luisito:
7
8,1
8.287
Drama
Umberto Domenico Ferrari es un jubilado que intenta sobrevivir con su miserable pensión. Sumido en la pobreza, vive en una pensión, cuya dueña lo maltrata porque no consigue reunir el dinero necesario para pagar el alquiler de su habitación. Los únicos amigos que tiene en este mundo son una joven criada y sobre todo su perro Flike. (FILMAFFINITY)
22 de marzo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dedicada a su padre con todos los honores y en el difícil contexto de la postguerra, Vittorio De Sica es el gran nombre propio de "Umberto D.", por encima del desconocido actor principal, por lo visto sin experiencia en la interpretación hasta esa fecha. El que llegue aquí posiblemente ya sabe de qué va el neorrealismo italiano, la plasmación en imágenes del drama de las vidas de los más necesitados, señalando con el dedo a una sociedad insana. En este caso el italiano nos pone delante de la desdichada existencia de un hombre mayor, jubilado con escasos recursos económicos, que tiene que enfrentarse a un inminente desalojo por impago de la habitación en la que lleva viviendo desde hace años. ¿Se puede hacer más pupita? Pues sí, nuestro triste protagonista además de ser pobre, no tiene amigos, nadie a quien recurrir, y su única compañía es la de un perro que para colmo, en uno de los lances más tristes de la historia, se extravía por las calles de Roma.
Siempre se ha dicho, y yo lo suscribo, que en esto del cine es más difícil hacer reír que hacer llorar. Lo que sucede es que hay quien sabe hacer llorar, no todas las formas son bellas, no todas las causas son dignas. De Sica hace hermosa la tragedia introduciendo elementos de amor propio como el perro. Si hubieran premios a la mejor interpretación animal de la historia del cine, seguramente ese "Fleek" (o "Flike", no importa) sería firme candidato a llevarse la mayor condecoración. Hay momentos en los que sin hablar, ese perro lo dice todo. Nadie quiere llegar a viejo y estar solo, nadie quiere llegar a la recta final de la vida y sentirse ninguneado, Umberto al menos tiene a su perro. Todos podemos intuir que hay ciertas cuestiones resultadistas como el desprecio ajeno y el desenlace de un desahucio, ahora bien, hay que saber filmarlas. El director italiano hace daño porque sabe hacer daño. Otra cosa es que gusten manifestaciones de tristeza tan tajantes, sin solución, sin posibles salidas, ni optimismo ni remedio.
Siempre se ha dicho, y yo lo suscribo, que en esto del cine es más difícil hacer reír que hacer llorar. Lo que sucede es que hay quien sabe hacer llorar, no todas las formas son bellas, no todas las causas son dignas. De Sica hace hermosa la tragedia introduciendo elementos de amor propio como el perro. Si hubieran premios a la mejor interpretación animal de la historia del cine, seguramente ese "Fleek" (o "Flike", no importa) sería firme candidato a llevarse la mayor condecoración. Hay momentos en los que sin hablar, ese perro lo dice todo. Nadie quiere llegar a viejo y estar solo, nadie quiere llegar a la recta final de la vida y sentirse ninguneado, Umberto al menos tiene a su perro. Todos podemos intuir que hay ciertas cuestiones resultadistas como el desprecio ajeno y el desenlace de un desahucio, ahora bien, hay que saber filmarlas. El director italiano hace daño porque sabe hacer daño. Otra cosa es que gusten manifestaciones de tristeza tan tajantes, sin solución, sin posibles salidas, ni optimismo ni remedio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cuando hablo de saber hacer las cosas lo digo por momentos como el que Umberto pide por primera vez limosna en la calle, pone la palma de la mano mirando para otro lado como si la cosa no fuera para él. Hablo de la dolorosa visita a la perrera y el feliz reencuentro con el perro (tal vez el único momento más o menos feliz). Hablo de los primeros planos de Umberto en el hospital y sobre todo, hablo del intento de suicidio que acaba en susto y que por cierto, supone un punto y final para algunos brillante, y que a mí me ha dejado más bien tibio.