Como aficionado al cine negro, ningún cinéfilo debería dejar pasar la oportunidad de ver "La fuerza del destino" (de nuevo un título falsamente traducido, cutre y lamentable) protagonizada y dirigida por dos actores con filiación comunista que, como es natural debido a la época que les tocó vivir, tuvieron problemas para ejercer su profesión. La película me gusta menos de lo que debería, yo mismo lamento que no me haya gustado más, y es que algo falla antes de llegar a ese desenlace que se inicia, digamos, en los últimos trepidantes veinte minutos.

Debería gustarme más, sí, porque no puedo evitar señalar unos diálogos maravillosos fruto de una mente inteligente (el que sea que firme el guión, tal vez el director o quienes sean, inteligentes seguro) que crean la imagen de un protagonista de fuerte carácter, capaz de lo peor y de lo mejor. Me encanta su velocidad mental al tratar con el jefe, con la femme fatale de turno o quien sea, su capacidad de uso de la palabra es magistral. Lamentablemente, aunque breve, la película durante una hora se pierde entre los recovecos propios del género, sin tener claro hacia dónde nos llevan pero con una relación entre hermanos que es clave para su desarrollo.

Nadie se salva aquí, un día estás allá arriba codeándote con los grandes capos en un despacho grande como un piso de clase media y al día siguiente te encuentran debajo de un puente entre las rocas. Son las cosas del lado salvaje de la vida, son las cosas del género negro en los años cuarenta: lamentablemente un cine que no se ha vuelto a hacer...