Hay muchas casualidades de la vida que tratadas de forma adecuada pueden dar como resultado una historia fatal, que llevadas al cine de forma elegante, ahora estoy hablando directamente de "El extraño amor de Martha Ivers", puede dar resultados tremendos. Salvo el final (spoiler, lógicamente), del cual se ha dicho que renegó, Lewis Milestone lleva con acierto a la pantalla una cantidad de hechos y pasiones desatadas que no pueden dejar indiferente a nadie. Se trata de un drama como una casa, pero tiene elementos muy típicos de cine negro, con sus giros de guión y una mujer fatal que desprende un poder enorme. Apuntar con el dedo acusador a Barbara Stanwyck como culpable de que esta película posea la fuerza que ella aporta no es justo, el papel de Van Heflin es soberbio también, pero ¿qué decir de Douglas?, ¿y la aparición de Judith Anderson? Allá donde se han paseado mis ojos sólo he visto actuaciones memorables.

Lo que más me gusta de este triángulo es la falta de sinceridad absoluta entre sus componentes y la desconfianza que se profesan, primero de todos por Stanwyck, pero pienso que nadie se salva, nadie es un angelito. Es cierto que la excusa para que Van Heflin acabe deteniéndose en la ciudad podría haber sido otra, si tenía que ser por azar, ese accidente de coche, mirando atrás estúpidamente, no parece que sea la mejor opción. Pero bienvenido su accidente de coche, de otra manera no tendríamos película y no seríamos testigos del cruce de latigazos con los que he disfrutado como nunca. A parte del final, a esta película no le protesto nada, ni siquiera la muy criticada Lizabeth Scott, que también me ha parecido maravillosa.