Lo bueno de la historia que nos cuenta "The Simple-Minded Murderer" es que estamos preparados desde el principio para enfrentarnos a una inevitable indignación que sabemos que puede ir a más, sabemos que la situación de extrema inhumanidad de nuestro protagonista hace que esa indignación crezca y crezca con los minutos. Es bueno y es malo, porque no hay sorpresas, pero creo que la película no deja de ser buena pese a que recorre un camino que no ofrece alternativas ni demasiada originalidad.

El abuso y la crueldad del tirano no es nada nuevo, aquí el actor y director están muy acertados, tanto como el pobre infeliz que nace como nace y se ve empujado a una existencia infame. Poco recorrido hay más allá que observar las maldades de uno y la resistencia del otro, pero siempre digo lo mismo: hay que saber hacerlo, porque una cosa es decirlo y otra cosa es que funcione. Y para que funcione todo tiene que haber un equilibrio que no es fácil conseguir, hay cineastas que con ideas parecidas no salen de medianías vulgares (unos cuantos) y muy pocos saben dar ese paso adelante para ofrecer una obra de calidad real. No es sólo la historia sino también saber qué hacer con ella, y aquí, rotundamente, se consigue dar ese salto de calidad. Sólo unos elegidos son capaces de hacer obras maestras, no nos equivoquemos, éste no es el caso, pero desde luego tampoco queda lejos.

Maldita la tiranía de los hombres malos, maldita la injusticia que se ensaña con los débiles y sobre todo, malditos aquellos que miran para otro lado cuando se pervierte la moral y la decencia.