Sin duda alguna; y con permiso de Zipi y Zape, Superlópez y Carpanta entre otros, Mortadelo y Filemón son sin duda alguna el máximo exponente del comic español, de la misma manera que lo son Astérix y Obélix en el francés. Y como ya hicieron estos pocos años atrás, los personajes salidos de la imaginación de Francisco Ibáñez salieron de la viñeta para dar el salto a la gran pantalla en forma de actores de carne y hueso en 2003 con “La gran aventura de Mortadelo y Filemon”, en la que Javier Fesser combinaba su particular mundo con la idiosincrasia de los dos agentes de la TIA. El éxito de la misma hizo que cinco años después se estrenara una secuela, sin el director (y todo lo que este aportaba), y una de sus dos estrellas principales de la primera. Tras la decepción en todos los sentidos de esta entrega, parecía imposible que volviéramos a ver en un cine nunca más nuevas aventuras de estos dos peculiares agentes. Hasta que el propio Javier Fesser decidió volver a darles vida, introduciendo un gran cambio respecto a sus dos predecesoras: prescindir de actores e introducir a los inmortales personajes de Ibáñez en un mundo 3D.

Este es uno de los hechos que hacen que, de entre las tres aproximaciones cinematográficas al universo de Mortadelo y Filemón, esta sea la más fiel al material original; aunque esto se debe más al contenido que a la forma, ya que prácticamente todo lo que sucede en el metraje de esta obra podría haber salido perfectamente de uno de los legendarios tebeos del peculiar dúo. La animación, que no tiene nada que envidiar a las grandes producciones americanas en cuanto a calidad visual y a riqueza de detalles, pero diferenciándose de ésta al huir de su característica pulcritud para optar por un tono “casero” mucho más sucio, que tanto encaja con los protagonistas y con todo lo que les rodea.

Aunque el guión cuente con unos diálogos acertados, con varios momentos de verdadero ingenio, y que la obra nos sorprenda cada poco tiempo con acertadas referencias a la cultura popular española más o menos reciente, el grueso de la comicidad de la obra se basa en el uso del humor físico exagerado pero inocente, completamente ausente de consecuencias negativas, a excepción de algún que otro chichón que desaparecerá en la escena siguiente. En algunos compases el desenfreno se convierte en norma durante elaboradas y efectivas persecuciones y demás fuentes de accidentes encadenados; que podrían llegar a recordar a la película sobre las aventuras de Tintín realizada por Steven Spielberg. Como resultado de todo lo anterior, nos encontramos ante una obra de entretenimiento puro y duro que no nos da ni un solo momento de respiro, que bien es cierto que más profundidad en el argumento y sobre todo en su villano se hubieran agradecido, pero son sólo detalles que no impiden disfrutar del conjunto de la obra.

Esta es seguramente la más fiel y completa adaptación cinematográfica hecha sobre los agentes de la TIA hecha hasta la fecha. Satisfará tanto a todos que alguna vez hayan disfrutado con las aventuras de dichos personajes, como a todo aquel que busque sin prejuicios ni complejos una aventura alocada y desenfadada, aunque seguramente defraude si se busca una trama más compleja, o intensos giros argumentales. Y teniendo en cuenta que el humor se basa en recurrir una y otra vez a la misma serie de golpes cómicos (literalmente), al que no disfrute con los primeros diez minutos, seguramente llegue desesperado a los créditos finales. Pero para el resto, serán hora y media que pasarán como minuto y medio. ¿Acaso se puede pedir más a una película de este estilo? Sin duda alguna, es una obra que pide a gritos ser el inicio de una nueva franquicia, y que cuenta con material más que necesario para que así sea.