La segunda entrega del policía robótico apuesta por un descarnamiento mayor y un relativismo moral algo más acentuado. El agente mecánico de la ley vuelve a las andadas, en un Detroit todavía más destrozado por el crimen y la droga. Una nueva organización quiere hacerse con el control de las calles, encabezada por el bíblico Cain y su mano derecha, un niño.
¿Es Robocop humano o no ? La película explora los aspectos más psicológicos del personaje, pero no llega a sentar sentencia acerca de ellos. Al parecer, nuestro amigo sigue contando con ciertos recuerdos y sensaciones que le retrotraen a su antigua vida de padre de familia, pero no parece realmente afectado por ellos, olvidándose a medida que las cosas se ponen feas de todo ello. La pregunta queda en el aire, y el espectador, confuso, se pregunta si el carnicero metálico posee un alma humana bajo todos sus hierros y circuitos.
En la práctica, da igual, Robocop tiene una misión, y la cumple con creces.