A pesar de que algunos podrían acusarla de inconsciencia, egoísmo e, incluso, inmoralidad, la protagonista de este film rueda por las calles como una verdadera estrella, siguiendo los designios de su pequeña y frágil alma, a veces oculta por sus ásperos modales y su beligerante actitud.
El personaje de Madonna en la siguiente pelicula que hizo Susan Seidelman tiene mucho de esta chica, compartiendo las dos un anhelo de libertad Jane Eyreniano que las sumergirá en un sórdido Nueva York de aventuras y embustes.
Soñando con días más claros, nuestra amiga se afana en la búsqueda y consecución de sus ideales, tan ensimismada en si misma que acabará dinamitando su relación con todos sus contactos. El ensueño californiano y el ensueño punk forman su peculiar cosmología personal, forjada de música y playas de arena amarilla. La muchedumbre odia a los que viven aparte de ella, y la condena social a que se aboca Wren es una consecuencia de su desapego, de su independencia, de su radiante soledad.
Para finalizar, solo queda decir que esta pelicula no funciona solo como un retrato de este particular estilo de vida, sino como testamento de una época ya perdida, donde los jóvenes eran fuertes y libres y el mundo tenia unos colores más determinados y chillones.