1. El maestro Spielberg es ampliamente superado en todo, no hay nada en que adelante a este gran realizador coreano, mucho más joven. Es verdad que el prólogo y el epílogo "suenan" a homenaje directo al gran director estadounidense, pero en producción, guión y dirección, es muy superior esta película.

2. Respeta las convenciones del cine bélico: comienzo idílico en un mundo donde la pobreza convive con la felicidad del amor familiar. Ese mundo previo al desastre está muy bien contado, con gran dominio del melodrama en su punto justo.

3. La guerra irrumpe y reconstruye, desordena, trastorna, desequilibra y reconfirma una relación entre hermanos de un solidez tan grande y tan rica en matices sentimentales, psicológicos y sociales que resulta imposible no identificarse.

4. Los actores colaboran admirablemente en un sinfín de matices de todo tipo.

5. La realización no tiene desmayos. Lleva a muy buen término una perfecta interrelación con el diseño de gran producción que alienta toda la película.

6. El dominio del tiempo es asombroso: no sólo el espacio riguroso, un año y poco más en tres años de guerra tremenda entre Corea del Norte y Corea del Sur, sino en la riqueza de elementos puestos en juego relacionados con los personajes y su contexto, además de mantener el interés por el conflicto político-militar en juego.

7. Es muy dura, durísima, provoca justas lágrimas pues no teme explotar los sentimientos más peregrinos, pero al mismo tiempo se permite recordar el mensaje político: el horror de la guerra no le exime de su necesidad cuando un país es invadido, aunque queda claro que su gente más humilde, los trabajadores, los más pobres, siempre son los más manipulados y destruidos. Aquí nunca se ven soldaditos de buena posición, sólo gente de a pie arrastrada a la guerra.

8. Además del homenaje a Spielberg, hay una clara demostración de admiración por John Williams en la banda sonora, pero no molesta, tanta la excelencia que exhibe en la definitiva realización.

9. Las escenas de masas, las escenas de violencia en combate según los parámetros bestiales de aquel año 50, superan a cuanto se ha visto en el cine bélico occidental. Impresionante como testimonio y como acontecimiento estético.

10. Podrían apuntarse fallos, claro que sí, cómo que no, pero alcanza la excelencia porque sus aciertos son extraordinarios. Se trata de un guión de gran calidad en que en sólo 142 minutos cuenta tantas cosas interesante en las interrelaciones humanes en situaciones límites que parece que durara mucho más. Siempre en crescendo. No cae en el terrible defecto de la mayoría de las películas de este género, con sus discursos políticos o letanías sentimentales que frenan la acción: todo es un crescendo hacia un final de gran potencia anegado por justas y nobles lágrimas.

(Paso al spoiler por falta de espacio)