Me he quedado admirado lo bien adaptada que está esta novela tan compleja como rica: excelente guión y excelentes medios técnicos para adaptar la propia estructura narrativa y trasladarla a las exigencias cinematográficas.
Hay escenas clave en el texto que han sido trasladadas con gran talento y que, del mismo modo, hacen transpirar al espectador por el poder de su dramatismo y, a la vez, de su complejidad ideológica, sobre todo, en la brillante manera en que se han ensamblado las luces y sombras, las valentías y las cobardías de algunos de los personajes en torno a la figura deslumbrante de un tirano como ha habido pocos en la historia del siglo XX...
Realidad y ficción, literatura y cine: un equipo que emociona y da que pensar, con un trabajo actoral de gran calidad, empezando por Tomán Milián, en el papel de Trujillo y terminando por Srephanie Leónidas en el papel de la muchacha de catorce años sobre la que gira gran parte de la trama principal... una trama hecha de cruces de historias que, por supuesto, encuentran en la novela original de Vargas Llosa un muy completo fresco de los acontecimientos de 1961 en República Dominicana, pero la película honra con calidad inusitada.
Como tantas otras veces: gana mucho en versión original.